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Columna
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El camino a la ruina de Obama

El presupuesto para el 2011 del presidente Obama pone de manifiesto los profundos problemas fiscales de Estados Unidos. Para entonces, los planes de rescate y de gasto para estimular la economía habrán prácticamente finalizado, la recuperación debería estar en marcha, y la congelación del gasto prometida por Obama debería estar en su lugar. Aunque el déficit del año que viene sumará un doloroso total de 1,3 billones de dólares. El recorte del gasto es necesario ­y urgente­.

Durante la próxima década, el déficit acumulado proyectado en el presupuesto de Obama es de unos 8,5 billones de dólares, 2,5 billones más que el pronóstico de la Oficina Presupuestaria del Congreso de hace una semana, y que probablemente es optimista.

Una comparación del presupuesto de Obama con las proyecciones para 2011 en el primer plan de gasto de Bush, presentado en febrero de 2001, pone de relieve la tendencia a empeorar de los resultados de las proyecciones más distantes y de la naturaleza bipartidista de la reciente indisciplina fiscal de Estados Unidos.

Un crecimiento más rápido de lo previsto podría aliviar el problema, como en el pasado. Pero la deuda del Gobierno de Estados Unidos alcanza ya el 64% del PIB, un lento crecimiento con esfuerzos ocasionales para estimular más el gasto ­eco de la experiencia de Japón en los noventa­ pondría pronto a Estados Unidos en el camino del nivel de deuda actual de Japón de cerca del 200% del PIB. Si el presupuesto de Obama para 2011 se supone que marca el inicio de una orientación más disciplinada en lo que se refiere al gasto, serán necesarias medidas mucho más estrictas. El despilfarro fiscal ha sido un vicio bipartidista en la última década. Merece una reforma bipartidista rápida.

M. Hutchinson

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