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A garoñazo limpio

La segunda polémica nacional de estos días, muy por detrás del tortazo del chulo Cristiano Ronaldo a uno que pasaba por allí y las consecuencias sancionadoras para el figura, es dónde carajo poner el almacén de residuos nucleares, el famoso ATC.

Tras un seguramente inmerecido descanso, retorno con más interés que nunca. La sarta de hipocresías y tonterías que los partidos políticos fueron tejiendo hace pocos meses con el cierre o no de la central nuclear de Garoña se ha quedado en fino estilismo dialéctico con la gresca por dónde debe poner o no Enresa el Almacén Temporal Centralizado de resíduos nucleares. Y no es porque los partidos políticos, del PSOE al PP, pasando por ERC y otros cuantos, estén levantando un monumento a la contradicción y la incoherencia. Al fin y al cabo eso está sirviendo para comprobar con quién nos jugamos los cuartos, es decir, a quién encargamos que administre nuestro patrimonio nacional. Lo de menos es también la enciclopédica ignorancia con que muchos están entrando en el debate. Y no sólo desde los profesionales de la política, que suelen tener tiempo y algunos se lo preparan, sino de ese entorno de asfixiantes sabelotodos que pulula hace ya demasiado tiempo por las radios y televisiones. Ya se sabe: cuanto más gorda la burrada, más complaciente la audiencia. Así que sigamos 'a garrotazo limpio'. Pero la polémica por dónde colocar el ATC y los residuos atómicos que producimos un poco entre todos -¿o usted sabe el origen de la electricidad que emplea cuando le da a la llave de la luz?-, esa polémica, digo, nos va a ser muy útil. Primero, para que una vez más nos percatemos de que el plan energético nacional sigue pendiente de clarificar el asunto nuclear. O dicho de otra manera: los intereses partidarios le están robando a los ciudadanos una estrategia definida en una energía que hoy, tras décadas de parón nuclear, representa todavía una quinta parte del mix energético del país. Pero lo segundo es más importante. Este embrollo está desvelando el desprecio y prepotencia con que el Estado de las Autonomías trata a la Administración Municipal, la tercera pata del Estado, la más cercana al ciudadano y para la que sigue pendiente una fórmula de financiación conforme a los servicios que presta. Una inesperada utilidad de la energía nuclear.

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