FCC abre el mercado español de la obra civil a constructoras lusas
Las constructoras portuguesas han encontrado una vía de entrada en España a través de un ofrecimiento de colaboración realizado por FCC. Como respuesta, la firma que controla Esther Koplowitz pretende compartir consorcios con empresas locales en proyectos como el de la alta velocidad ferroviaria lusa.
La red de alta velocidad que cruzará Portugal de norte a sur y de este a oeste; el futuro aeropuerto de Lisboa, y los grandes proyectos de infraestructuras que promete Brasil -derivados del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016-, son obras y concesiones perseguidas por constructoras españolas, pero a las que sólo se puede aspirar atesorando cierto pedigrí luso. Un argumento que parece haber sido asimilado por FCC a la vista de su predisposición a buscar aliados en el país vecino.
Como adelantó CincoDías, se están dando pasos para que las constructoras de los dos países compartan negocios tanto en suelo español como en territorio portugués. Una estrategia que ha sido impulsada por el Gobierno de José Sócrates a la vista del éxito español en los dos únicos concursos que ha puesto en juego relacionados con el tren de alta velocidad. El Ejecutivo portugués habría demandado al de Rodríguez Zapatero que los gigantes españoles hicieran hueco a constructoras lusas, como Mota-Engil o Soares da Costa, en licitaciones de obra civil y concesiones españolas.
Y la primera en responder a ese llamamiento de reciprocidad ha sido el grupo que controla Esther Koplowitz. FCC acaba de sellar un acuerdo de colaboración con Conduril. Un extremo que, según comentan desde Madrid, no cierra la puerta a posibles alianzas con otras constructoras portuguesas.
La compañía busca posiciones en la alta velocidad lusa y en Brasil
En este primer acercamiento las citadas firmas profundizarán en la búsqueda de posibilidades de negocio a ambos lados de la frontera, especialmente en el campo ferroviario.
De hecho, Conduril ya es uno de los socios minoritarios de FCC en el consorcio TAVE Tejo, que apunta a ganar el segundo tramo de la alta velocidad ferroviaria licitado en Portugal. Se trata del segmento de vía que enlazará Poceirao con Lisboa a lo largo de 20 kilómetros. Un proyecto que incluye un nuevo puente sobre el río Tajo, por lo que el presupuesto de construcción se eleva, según la propuesta encabezada por FCC, a la nada desdeñable cifra de 1.870 millones de euros. A cambio de acometer las obras, el grupo de empresas se hará con la explotación durante 40 años de este tramo incluido en la línea Madrid-Lisboa.
Tamaño medio
Conduril es una empresa asentada en la localidad de Ermesiden, al norte de Oporto, y dedicada básicamente a la obra civil. Fundada en 1959, está controlada por su equipo gestor. La cifra de negocios da idea de una firma de tamaño medio, con 223 millones de euros en 2008, lo que supuso un notable crecimiento frente a los 126 millones declarados en 2006.
Ante la crisis padecida por el sector constructor portugués, sus gestores destacan una cartera de proyectos superior a los 400 millones y que el 89% de la cifra de negocio se genera en países como Marruecos o Angola. Entre sus proyectos más emblemáticos en marcha figuran los puentes Salgueiro Maia, en Santarém, y el que cruza el río Arade, en Portimão.
FCC ha suplido la carencia de una filial constructora en Portugal, como sí tiene Sacyr en Somague, con la firma de este tipo de alianzas. Años atrás, el grupo que hoy preside Baldomero Falcones ya tuvo parte en el capital de la constructora lusa Engil. Y otras firmas como ACS han aprovechado fructíferos acuerdos como el sellado con el gigante Mota-Engil en 2006 para el negocio de los puertos.
Fuentes del sector en Portugal critican el hecho de que España haya sido durante años terreno prácticamente prohibido para las constructoras extranjeras.
Del otro lado de la raya apenas ha logrado meter tímidamente la cabeza en España Mota-Engil, y lo ha hecho a través de pequeñas compras. La mayor referencia del mercado portugués, con unas ventas de 1.868 millones en 2008, tiene participaciones en el capital de la especialista en obra ferroviaria Hifer y en la constructora gallega de obra civil Crespo.
Proyectos millonarios que precisan músculo
Sólo en obras relacionadas con la alta velocidad, Portugal tiene previsto un ramillete de actuaciones valoradas en unos 8.000 millones de euros. Una inversión que el Gobierno no puede acometer y para la que ha confiado en la colaboración de la iniciativa privada a cambio de concesiones.El problema portugués es que sus constructoras no tienen tamaño crítico para acometer este tipo de proyectos, por lo que han acudido gigantes europeos como ACS, FCC, Vinci e Impregilo.A cambio de abrirse a alianzas que dan acceso al pastel luso y servir de salvoconducto en Brasil, las portuguesas piden que se les abra campo en países como España, todo el este de Europa o Estados Unidos.