Camino hacia la estanflación
Los datos del IPC de cierre de 2009 (subida interanual del 0,8% en diciembre) publicados ayer por el INE confirman que la economía española no ha sufrido ningún proceso de deflación, tal y como aventuraban algunos analistas, entendido éste como un periodo de tiempo muy prolongado con los precios de consumo en caída sostenida. La tesis de que la economía española podía incurrir en deflación, como sí ha ocurrido en otros países desarrollados (Japón en los años noventa), había sido descartada de plano a principios del año pasado por el Ministerio de Economía y Hacienda, pese a que este índice ha reflejado durante varios trimestres tasas negativas nunca vistas hasta ahora, influidas por la recesión actual.
Sin embargo, superado el debate sobre la deflación, se corre el riesgo ahora de incurrir, por parte de agentes sociales y hasta por el Gobierno, en tesis triunfalistas sobre el comportamiento de una economía que poco a poco se encamina a lo que los teóricos llaman estanflación, es decir, un proceso prolongado de estancamiento económico con altas tasas de inflación.
El análisis de los componentes del IPC y del PIB así lo indican. En cuanto al IPC, el mantenimiento del petróleo caro en 2010 (en torno a los 80 dólares por barril) y las tensiones que siguen vislumbrándose en los servicios aventuran una inflación muy por encima del 0,8% con que se cerró 2009, incluso superior al 2% de referencia del BCE. A ello habría que sumar el factor inflacionista de la subida del IVA a partir de julio, cuyos efectos, siempre al alza en términos de precios, son aún desconocidos. Con respecto al PIB, todo los expertos están de acuerdo en que 2010 será el año en que se abandone la recesión, entendida como una caída del valor añadido bruto. Sin embargo, el crecimiento económico será muy débil durante muchos trimestres, llegando incluso a 2011, al no haber aún ningún sector con peso específico que tome el relevo del inmobiliario.
Este panorama de estancamiento económico combinado con inflación puede provocar serios problemas a una economía como la española, incapaz aún de forjar un nuevo modelo productivo que genere empleo. Por eso la importancia de controlar los costes en términos de salarios y márgenes empresariales.