Derecho de huelga
El derecho de huelga, hoy reconocido en los textos constitucionales de la mayor parte de los estados democráticos, es una de las grandes conquistas de la denominada clase trabajadora. La ley del péndulo está haciendo que uno de los más respetables derechos de los trabajadores, se este convirtiendo en una amenaza para una convivencia pacífica y comience a ser puesto en tela de juicio.
El hecho de que se disfrace una huelga de trabajadores con otras denominaciones o actitudes, como inasistencia al puesto de trabajo en forma coordinada, supuesta enfermedad, bajas por indetectable depresión, u otras fórmulas al uso, no impide que los efectos causados sean menores.
Un colectivo en condiciones de poder paralizar determinados servicios públicos, hace uso de este poder para obtener determinados beneficios laborales, mediante el secuestro y chantaje de masas de ciudadanos que carecen de capacidad de reacción y que se ven dañados en el ejercicio de sus legítimos derechos. Recientemente hemos tenido que sufrir una nueva paralización de los servicios prestados por los controladores aéreos. Sus reclamaciones serían más o menos legítimas, no lo se. Pero no es legítimo ni razonable la situación en la que se han encontrado miles de personas, ni el respeto a las normas democráticas supone el tener que tolerar este tipo de situaciones.
El mercado tiene algunas columnas inamovibles que es preciso respetar. Entre otras: promover el equilibrio entre la oferta y la demanda y no tolerar situaciones de monopolio. Su incumplimiento genera inexorablemente situaciones de abuso por minorías.
El hecho de un colectivo determinado se permita bloquear un servicio sin poder ser relevados inmediatamente supone que dicho colectivo se encuentra en situación de monopolio y hay que afirmar que la oferta no es suficiente para satisfacer la demanda. ¿Cómo se suprime el desequilibrio del mercado cuando la oferta es escasa o el oferente se encuentra en situación monopolística? Pues aumentando la oferta, salvo que se quiera intervenir el mercado, lo cual ni es conveniente ni recomendable.
Si el número de controladores es de 300; pues se aumentan las plantillas a 600 o 1.200. El coste de los nuevos puestos de trabajo siempre será muy inferior al perjuicio económico causado por las conductas insolidarias que este colectivo viene presentando. Si la solución no se consigue por este camino tan legítimo, como es intervenir para equilibrar el mercado en situación de deterioro, cada vez será mayor el poder de estos grupos insolidarios y las medidas alternativas a tomar tendrán que ser mucho más radicales y perjudiciales para todos.
Elisa Martínez de Miguel. Socia de Neumann International