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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Resultados con señales de recuperación

Numerosos indicios apuntan que lo peor de la crisis mundial ha pasado y que países como EE UU, Alemania o Francia están ya fuera de la recesión. Pero los índices macroeconómicos importan poco si la mejora no se traslada a los resultados de las empresas, el termómetro más real de cualquier economía. Por eso, habrá que estar especialmente atentos a las cuentas del último trimestre de 2009 cuya presentación arranca esta semana. Los expertos están esperanzados y comparten la idea de que la evolución de las compañías ha dado la vuelta en esos tres últimos meses y los beneficios volverán a crecer tras más de cinco trimestres cayendo. Crucemos los dedos. Será un buen indicio para lo que nos espera en este 2010.

Ese optimismo debe moderarse, sin embargo, en el caso de España. Aquí se retrasa la salida de la crisis, algo que afectará a la recuperación de los resultados de las cotizadas, especialmente a las menos internacionalizadas. De ser ciertas las previsiones de los analistas, en 2010 las empresas estadounidenses aumentarán sus beneficios un 30% y los europeas del Stoxx un 28%, muy por encima del 5% de las españolas del Ibex. Las malas previsiones de la demanda interna en España explican esta diferencia, porque en 2010 las cuentas estarán más marcadas por las ventas, frente a un 2009 en que los recortes de costes intentaban apuntalar los beneficios. Y nadie duda que las familias españolas tardarán un tiempo en salir de compras, ante la inseguridad por el empleo en un anémico mercado laboral.

La confianza será pues el factor que determinará el ritmo de la economía española y, con ella, el de sus empresas. Pero hay indicios de mejoría. Para empezar, es todo un avance que los analistas pronostiquen una mejora de los beneficios, aunque sea a menor ritmo que sus competidores. Como también lo es que algunos indicadores, como el de producción industrial conocido el viernes, muestren síntomas de inflexión. Inclusive, los bienes de consumo no duradero empiezan a tener crecimientos. Y, por supuesto, el tirón de la economía mundial es un factor determinante para que finalmente acabe arrastrando a la española. Las empresas exportadoras han empezado a notar una tímida demanda del exterior, algo que debe trasladares a sectores de peso como el automóvil o el turismo. Por otro lado, el fuerte proceso de internacionalización del tejido empresarial español se convierte en un buen sustento ante el menor ritmo de la demanda interna.

Serían deseables, no obstante, revulsivos que devuelvan el optimismo económico a la sociedad española. En esta línea, el Gobierno debe presentar reformas lo suficientemente creíbles como para recuperar la confianza perdida.

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