Una reestructuración a golpe de martillo
Si hay alguna conclusión que pueda sacarse del ejercicio que acaba de finalizar para el sector financiero español es que no es ajeno a la crisis financiera mundial. Ha sufrido menos que sus homólogos internacionales, pero mientras que el resto está asomando ya la cabeza escondida entre sus propios cimientos, como un avestruz, España debe aún asumir su reestructuración.
2009 fue el año de las sombras para la mitad del sistema financiero: las cajas de ahorros. Hace casi un año que el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, comenzó a lanzar mensajes para que tanto bancos como cajas redujeran costes, cerraran oficinas y simplificaran su estructura directiva. Es decir, que se reestructuraran. Y el mejor medio para las cajas son las fusiones, según consideran la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, y el propio presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, quienes han urgido en las últimas semanas a acelerar estos procesos.
No es casualidad. En 2009 sólo dos proyectos de fusión han recibido el visto bueno del supervisor. Aunque durante ese tiempo los anuncios de fusiones entre cajas han sido numerosos y algunos de ellos están muy avanzados, pese a sufrir retrocesos por unas negociaciones estancadas siempre por razones políticas y de ubicación de las sedes.
Un gran número de cajas de ahorros esperan que se desbloquee la aprobación de las fusiones virtuales
Para resolver estas situaciones Ordóñez ha tenido que endurecer sus mensajes, e incluso amenazar con intervenciones. Pero si de algo adolece una gran parte de los procesos emprendidos es de falta de iniciativa privada. Son fusiones realizadas a golpe de martillo para construir una tabla de salvamento para ciertas entidades.
Las alianzas menos traumáticas y de iniciativa de la cúpula de las propias cajas son las llamadas fusiones virtuales realizadas a través de SIP, casi la única vía factible para llevar a cabo uniones interregionales. Pero, pese a la acogida de estos proyectos las peticiones de autorización se acumulan en los despachos del Banco de España. La figura jurídica de la que colgarán las entidades embarcadas en los SIP -una caja o un banco- se ha convertido en un asunto espinoso.
Ante el retraso de la formación de un nuevo mapa financiero español, Ordóñez ha decidido ganar protagonismo, con el apoyo del Gobierno. Lo digo y se hace, o las consecuencias serán muy diferentes.
Ese parece que es el nuevo mensaje del Banco de España y que ha conseguido en un mes activar los procesos de fusión apalancados en discusiones que sólo afectan a la cúpula de las cajas.
Si 2009 se iniciaba con la intención de unir las cajas de Castilla y León -Duero, España, Burgos, el Círculo de Burgos, Ávila y Segovia- por parte del Gobierno regional, el ejercicio ha finalizado no sólo sin avances sino con varias de estas entidades en retirada del diseño ideado por el Ejecutivo de Juan Vicente Herrera.
Caja Burgos ha decidido unirse al SIP de las cajas de Navarra, Canarias y Sa Nostra. Mientras que los consejos de Caja España y Duero lograron el lunes in extremis limar sus duras diferencias, que llevaron a ambas a romper sus negociaciones iniciadas hace 14 meses la semana pasada, y que sólo la amenaza de Ordóñez de una intervención ha logrado solventar. Y es que ahora las exigencias del gobernador pueden convertirse en órdenes, una vez que Zapatero y Salgado han respaldado al Banco de España para que reclame las fusiones necesarias de aquellas entidades en situación delicada.
Mientras, el balance de la Caja de Castilla La Mancha (CCM) sigue deteriorándose. Esta entidad, primera de ahorro intervenida hace ya más de nueve meses, está a la espera de que se convoque su asamblea extraordinaria para su integración en Cajastur, una vez que ésta se adjudicase la puja por la entidad castellanomanchega.
Dos cajas catalanas, Laietana y Penedés, han suspendido las negociaciones para fusionarse tras las diferencias entre ambas instituciones en el diseño del proceso. Aunque Cataluña es la comunidad autónoma con una reestructuración financiera más rápida, ya que la fusión de Caixa Catalunya, Caixa Tarragona y Manresa se aprobará en las asambleas del 21 de enero. Y la de las llamadas cajas comarcales -Sabadell, Terrassa, Girona y Manlleu- espera salir adelante el 8 de febrero, fecha en la que están convocadas sus asambleas.
En Galicia, donde operan dos cajas, Caixanova y Caixa Galicia, la situación es distinta. Las diferencias estratégicas entre la primera, defensora de buscar una pareja fuera, y la segunda, partidaria de la fusión intrarregional como quiere la Xunta, también están retrasando el ajuste financiero en la región. En Extremadura no se han iniciado las negociaciones, aunque su dos cajas, Extremadura y Badajoz, están abiertas a varias alternativas.
El Banco de España espera que con el aterrizaje de Rodrigo Rato como presidente de Caja Madrid el 28 de enero, y tras un año de guerras políticas, la entidad recupere músculo para protagonizar operaciones corporativas.
El mapa financiero en Andalucía tampoco se ha completado, tras varios meses de negociación entre Unicaja y Cajasur. La institución malagueña espera cerrar pronto la fusión con la cordobesa, abocada a su intervención si no se consolida en breve esta operación. Unicaja sí ha logrado absorber a una de las cajas más jóvenes y pequeñas de España, Jaén.
El Gobierno espera cerrar la primera oleada de fusiones en primavera. Habrá una segunda en la que se espera la unión, por ejemplo, de las tres cajas vascas.
Sus previsiones pueden cumplirse. Pero en 2009 "se ha perdido un tiempo precioso que pasará factura", asegura un alto directivo del sector. Y lamenta la lentitud en la toma de decisiones de las entidades y del supervisor.