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Equilibrios sin oposición

Un número creciente de Gobiernos europeos (entre ellos, el español) se están malacostumbrando a sobrevivir sin apenas oposición parlamentaria. Los beneficiados, como Rodríguez Zapatero, no ocultan su satisfacción ante la inoperancia de sus principales rivales. Pero a medio o largo plazo, el fenómeno puede resultar dañino para la calidad de los sistemas democráticos europeos.

El caso más grave es Francia, donde la pericia del actual presidente, Nicolas Sarkozy, ha dejado fuera de juego al resto de fuerzas políticas y, en particular, a una izquierda cada vez más desconectada de sus potenciales votantes. El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, tampoco tiene adversarios de peso, salvo entre las propias filas conservadoras (por eso vigila, de manera especial, a Giancarlo Fini). En otros países de la UE, como Austria o Alemania hasta las últimas elecciones, los grandes partidos han formado gobiernos de coalición que convierten al Parlamento en mero asentidor del Ejecutivo.

En el caso de España, la falta de una oposición parlamentaria no se debe tanto a la voluntad del presidente del Gobierno como a la incapacidad del líder del Partido Popular. Tras seis años fuera del banco azul, Mariano Rajoy no ha logrado convertirse en la referencia de las fuerzas contrarias al Partido Socialista. Todo lo contrario. La mayoría de las veces, Rajoy y los suyos se quedan aislados mientras el resto de formaciones de la cámara apoyan las propuestas gubernamentales (es cierto, que el Ejecutivo puede repartir prebendas con las que ganarse esos apoyos, pero ese mercadeo no explica todas las derrotas del PP).

El juego quizá resulte muy cómodo para Zapatero, Sarkozy y los demás. Pero puede provocar la deserción de los electores, la deriva hacia posiciones extremistas o el ejercicio de la oposición por vías extraparlamentarias. Esta última amenaza ya se percibe en España, donde cualquier tertuliano o purpurado ejerce mayor liderazgo opositor que Mariano Rajoy. El supuesto líder de la oposición, como ha señalado Ciro (comentarista afilado en este blog), se conforma con llegar al poder por mera alternancia, sin el esfuerzo de convertirse en alternativa real.

Foto: El funambulista Denis Josselin pasa entre las torres de la catedral de Logroño durante un acto del festival Actual. (B. dM., 2-1-10).

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