Claves para un año lleno de oportunidades
Nadie hubiese dicho hace un año -con la recesión arreciando y el sistema financiero mundial al borde del colapso- que los inversores iban a encontrar en 2009 uno de los años bursátiles más brillantes de la última década. Pero la revalorización del 30% del Ibex lo atestigua. Siguiendo esta dinámica, cabe pensar que el nuevo ejercicio bursátil que hoy estrenamos pueda traer rentabilidades a las carteras. Después de todo, las principales economías del mundo están empezando a salir de la recesión. Se explica con ello que el consenso de los analistas cifre, aunque con enormes cautelas, en un 8% el potencial de subida del selectivo español para 2010. En principio, las 35 empresas del Ibex deberían tener unos resultados al menos equivalentes a los de 2009.
Sin embargo, si toda inversión lleva implícito riesgo, con más razón es así en un entorno económico que sigue siendo incierto. Todo preludia un ejercicio complicado para los inversores, que deberán ser muy cuidadosos en sus elecciones. No obstante, el éxito no sólo dependerá de la correcta selección de valores y sectores, igualmente hay que estar muy pendientes de factores que van a determinar previsiblemente el comportamiento de los índices mundiales, incluido el español.
La evolución de la economía global marcará claramente los ritmos. Los síntomas de recuperación irán dando paso a la retirada de los estímulos presupuestarios que han puesto en marcha la mayoría de los países. Lo que genera temores, ciertamente justificados, a la reacción de las distintas economías nacionales. En recesiones anteriores, la retirada demasiado temprana de los planes fiscales desembocó en una recaída más profunda. Y aunque los Gobiernos están más que advertidos, y de hecho en la última reunión del G-20 ya se anunció que no se abandonarían las ayudas precipitadamente, antes o después se debe terminar la respiración asistida.
También es previsible que los bancos centrales terminen con las políticas monetarias laxas, tanto las ortodoxas como las heterodoxas. Todo apunta a que asistiremos a subidas del precio del dinero, incluso en 2010 y, sobre todo, al final de una liquidez ilimitada y barata. Ambos fenómenos generarán efectos sobre los mercados de deuda difíciles de calibrar.
La evolución del precio de las materias primas es otro de los elementos que puede distorsionar la evolución económica y, con ello, el comportamiento de las rentabilidades para los inversores. Una recuperación lenta traerá un incremento del precio de las commodities, con el petróleo a la cabeza. Esto podría generar inflación con bajo crecimiento, perjudicial para la salida de la crisis, y una evolución en forma de L. De hecho, muchos expertos apuestan por varios años de atonía económica.
También hay que mantenerse expectante, por supuesto, ante la evolución del sector financiero. Su definitivo saneamiento debe abrir las puertas a la normalización del crédito, condición imprescindible para asentar la salida de la crisis. En el caso español, además, está pendiente la reestructuración de las cajas de ahorros, un proceso que el Gobierno quiere tener listo en primavera.
El mercado bursátil español estará marcado previsiblemente por movimientos corporativos. Tras una recesión tan devastadora son lógicas las reestructuraciones empresariales, con compras, fusiones y salidas a Bolsa. Y aquí se presentarán buenos negocios en sectores como el de energías renovables. Pero la renta variable no será la única en presentar oportunidades. La más que previsible emisión de deuda, tanto pública -para financiar el abultado déficit- como empresarial, será un buen refugio para inversores menos arriesgados. El vencimiento este año de 16.000 millones de euros en fondos garantizados aportará además capital para estas nuevas operaciones. Y, para completar el cuadro, no hay que despreciar el sector inmobiliario, en el que los expertos auguran que seguirá la caída de precios y, por tanto, las posibilidades de inversión.
Es cuestión de buscar y seleccionar, en un año en el que a la hora de decidir las inversiones habrá que tener muy en cuenta que el ahorro tendrá peor tratamiento fiscal que hasta ahora.