La cumbre del clima, ¿un éxito o un fracaso?
Después de ríos de tinta y horas de discursos, habría que preguntarse si las discusiones sobre el cambio climático de Copenhague fueron un éxito o un fracaso. Medido contra los objetivos oficiales de la XV reunión de la Conference of the Parties (COP15), el encuentro fue claramente un fracaso. No consiguió ni de lejos la firma de un tratado legalmente vinculante, que era su objetivo original, pero ni siquiera acordó objetivos para las reducciones de gases de efecto invernadero ni un calendario para alcanzar un acuerdo vinculante.
Es fácil dejarse llevar por el pesimismo y olvidar que la reunión no fue un completo desastre. Por ejemplo, el acuerdo final reconoce que el aumento de la temperatura debe mantenerse por debajo de dos grados, y se prometieron 30.000 millones de dólares a los países en vías de desarrollo.
Quizá lo más importante fue que en antes de la conferencia se concretaron importantes compromisos por parte de un amplio abanico de países para tomar acciones domésticas. En muchos sentidos esto es lo más significativo, así como el compromiso de China de mejorar un 40% su intensidad del carbono para 2020. Se espera que otros compromisos más ambiciosos sean incluidos en el anexo del acuerdo para finales de enero de 2010.
Por otra parte, probablemente sea este enfoque bottom-up a la actividad legisladora uno de los legados más importantes de Copenhague. Esto y el hecho de que en las últimas y caóticas horas de discusión, Obama abandonara las negociaciones formales que involucraban a 192 naciones y en su lugar acorralara a Brasil, China, India y Sudáfrica para desarrollar y ratificar el acuerdo. Ya hay personalidades que opinan que un enfoque más racionalizado, aunque menos democrático, tendrá que ser desarrollado en el futuro para lograr un progreso real.
Seb Beloe. Director del Equipo de Inversión Responsable en Henderson