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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Díaz Ferrán, entre Air Comet y la CEOE

El debate sobre la conveniencia de que Gerardo Díaz Ferrán, copropietario de una aerolínea abocada al cierre por sus dificultades financieras y que ha dejado en tierra a más de 7.000 viajeros esta Navidad, pueda dirigir los destinos de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) está servido. Desde que Air Comet anunció el cierre de sus actividades, con un expediente de regulación de empleo para toda la plantilla y la presentación, seguramente hoy, del concurso de acreedores tras el embargo de sus aviones y de todas las operaciones de venta de billetes por parte de un juez británico, una legión de portavoces de diferentes instituciones políticas, sociales y económicas han alimentado la discusión. Y lo han hecho en un momento especialmente delicado para la CEOE, que tiene prácticamente sentados a la mesa a los sindicatos para negociar un pacto salarial tras aguantar dos años de crisis con una devastadora destrucción de empleo, y tras haber rechazado un acuerdo en verano pasado, en el que el Gobierno pretendía ampliar la cobertura de paro a cambio de una ligera reducción de cuotas sociales, y sin ninguna reforma normativa que dinamizase la ocupación.

Pero ayer contribuyó de manera poco acertada al debate el propio Gerardo Díaz Ferrán, que anuló unilateralmente un encuentro poco más que protocolario con el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, alterando la vida diaria de la patronal. Independientemente de la trascendencia del encuentro con el ministro, Díaz Ferrán puso en evidencia sus debilidades institucionales, anteponiendo sus intereses personales y empresariales a los que institucionalmente le tienen encomendadas todas las patronales del país, cual es la representación colectiva del empresariado, y la defensa efectiva de sus intereses ante el movimiento sindical y ante la Administración pública.

Que un empresario tenga problemas financieros en su empresa es desgraciadamente moneda común hoy en España, tras dos años de crisis, casi dos millones de empleos perdidos, miles de empresas desaparecidas y buena parte de los flujos de liquidez y crédito bancario obturados. No tiene por ello de qué avergonzarse el copropietario de Marsans, puesto que el tejido empresarial tiene miles de víctimas en situaciones más dramáticas en los últimos años, sea por falta de auxilio financiero o por caída de la demanda de los bienes o servicios que produce. Pero tiene que separar de forma rigurosa y transparente, en el fondo y en la forma, su vida como empresario y su gestión como representante de los empresarios. Aunque ayer el pronunciamiento patronal respaldó a Díaz Ferrán al frente de la cúpula de CEOE, tal como en la última junta directiva se había ratificado ante una especie de moción de confianza a la que el propio presidente tuvo a bien someterse, también hay voces que empiezan a cuestionar su permanencia al frente de la CEOE. Desde luego que cuanto menos vulnerable mediática, social y económicamente sea un presidente de la CEOE, mejor para el desempeño que tiene asignado. Pero nadie está desautorizado para presidir la organización patronal por el simple hecho de que una de sus empresas no haya podido soportar la presión del mercado en esta crisis.

La CEOE, además, en nombre de todo el empresariado al que representa, debe dar plenas garantías de independencia en sus decisiones en un momento tan delicado como el actual, en que está en juego la recuperación del país, y que precisa, por tanto, de la aportación inequívoca de los emprendedores. Por ello, su presidente no puede ser rehén de una situación corporativa particular como la que puede provocarle la crisis de Air Comet. No puede proyectar sombra de duda alguna sobre la autonomía plena de sus movimientos en el ejercicio de su labor patronal, que deben estar perfectamente aislados de los que tenga en sus empresas en el futuro. Es bueno que esté al frente de la CEOE un empresario, como sería bueno que los responsables de la economía y del país estuviesen más bregados en la gestión de proyectos empresariales y leyesen con desenvoltura cuentas de resultados. Pero la línea que separe su gestión empresarial de la patronal debe estar bien marcada para evitar que la crítica desacredite la gestión de la CEOE, que ha sido imprescindible para consolidar el avance económico y democrático del país en los últimos 30 años.

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