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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Combatir el pesimismo empresarial

Los empresarios prevén que la recuperación será progresiva, pero lenta. Según el Barómetro empresarial realizado por Metroscopia para la Fundación Ortega y Gasset, las expectativas de los empresarios son todavía oscuras, pues sitúan la percepción económica en un raquítico 3 sobre 10. En cuanto al empleo, las perspectivas son aún peores, ya que la posibilidad de contratación nueva se reduce a 2,3 puntos, también sobre 10. Incluso se espera poco de la aportación del comercio exterior que generalmente ha ayudado a superar las crisis.

El pesimismo es una losa que impide prosperar a cualquier economía. En definitiva, las fábricas continuarán a medio gas o paradas mientras los compradores prefieran ahorrar que gastar, y los empresarios no produzcan ante el temor de que sus artículos se queden en los almacenes. Todo ello supone más desempleo y, por tanto, menos consumidores en una espiral diabólica.

Las encuestas son un buen indicio del estado psicológico de los agentes sociales y la de Metroscopia ha venido a corroborar el desánimo que se percibe en la calle. Arroja un panorama desalentador, lo que exige mayores esfuerzos para contrarrestarlo, pues cualquier solución a la crisis pasa indefectiblemente por ganar la partida al desánimo. Pero combatirlo no significa infundir un optimismo fútil e ineficaz, como el que a veces parece destilar el Gobierno. El pesimismo hay que atajarlo con actuaciones creíbles a los ojos de consumidores y empresarios.

Y aquí hay pocos avances. La realidad es que el Ejecutivo no está acertando en su intento de transmitir a la opinión pública que sus decisiones en materia económica son acertadas. Simplemente, cunde la sensación de no estar en el buen camino. El anteproyecto de Ley de Economía Sostenible, ampliamente criticado, y el fiasco de la Conferencia de Presidentes, que no consiguió cerrar un acuerdo pactado entre el Gobierno y las autonomías gobernadas por el PP, no contribuyen a devolver la calma a los agente sociales.

Son muchas las reformas que urge acometer si se quiere aumentar la competitividad de las empresas españolas, imprescindible para activar la economía y crear empleo. La laboral es quizá la más demandada, pero hay otras pendientes, como la financiera -con especial mención a las cajas de ahorros- o la energética. La puesta en marcha de estas reformas, o el simple inicio de negociaciones que las puedan propiciar, no devolverán por sí solas la confianza a consumidores y empresarios, pero sí servirán de acicate. Y para ello, es deseable un esfuerzo por parte del Gobierno y de la oposición, pero también de los agentes sociales para acercar posturas. Los pactos son, en estos momentos, uno de los mejores antídotos contra el cáncer del pesimismo.

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