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Tribuna
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Ni la aparente deflación ni la aparente inflación

El índice de precios al consumo (IPC) registró en noviembre la primera variación positiva, un 0,3%, después de ocho meses de deflación transitoria, debida sobre todo al efecto base negativo en alimentos y productos energéticos, pero también favorecida por la contracción del consumo privado. La existencia de una elevada capacidad ociosa ha intensificado el abaratamiento de las manufacturas domésticas, sujetas a una fuerte competencia internacional, y ha ralentizado el encarecimiento de los servicios, que hasta el momento habían mostrado una inmutable rigidez a la baja en el aumento de sus precios (por encima del 3,5% entre julio de 2003 y enero de 2009).

La dinámica de precios por la evolución del consumo de los hogares no se modificará al menos hasta la segunda mitad del próximo año 2010, y ni siquiera entonces el escenario será muy diferente, ya que los crecimientos del gasto familiar serán moderados y la utilización del capital y del trabajo seguirá siendo baja. A ello hay que sumar la fortaleza del euro, que ha permitido abaratar las importaciones españolas por este motivo un 8% interanual en octubre y noviembre, tendencia que se prolongaría con descensos superiores al 2% hasta agosto de 2010 de permanecer estable los niveles actuales de tipo de cambio.

Existen, por el contrario, elementos de presión alcista en la inflación hasta finales de 2010. El primero son los elevados precios del petróleo y el efecto base positivo que han generado ya en noviembre. Después de abaratarse un promedio de 133 a 40 dólares entre julio y diciembre de 2008, el barril de Brent ha marcado con 77 dólares su valor más alto de los últimos 14 meses. La revalorización interanual alcanza así el 45%, encarecimiento suavizado por la depreciación del dólar, que ha rebajado al 24% el incremento del barril en euros. Si el precio se mantuviera constante, en diciembre de este año se alcanzaría una tasa interanual del 75%, por encima de la registrada con los máximos de inflación de verano de 2008, mientras que en enero y febrero superaría el 50%.

La implicación de este efecto base positivo se manifestará directamente en el IPC a través del componente de carburantes y lubricantes. Según la correlación desde 2003, un incremento del 1% en la cotización del Brent en euros se traduce en un aumento del 0,36% en el precio de los carburantes y lubricantes, intensidad determinada por la estructura de impuestos y las condiciones de competencia. Si a esto se añade que este componente pesa un 6% en la cesta de consumo, la revalorización estimada aportará 1,6 puntos a la inflación general en diciembre de 2009, 1,3 más que en noviembre. Ceteris paribus, esta contribución será positiva en todo 2010 bajo las condiciones comentadas, con una aportación decreciente aunque elevada en los primeros meses del año.

Un segundo elemento tomará en verano de 2010 el relevo como fuente inflacionista. Se trata del incremento anunciado para el próximo julio del tipo de gravamen del IVA general, que pasará del 16% al 18%, y del reducido, que aumentará del 7% al 8%. El encarecimiento de los productos afectados en dicho mes será del 1,7% y del 0,9%, respectivamente, siempre que el precio sin impuestos no se modifique, escenario poco probable porque el gasto familiar continuará débil. Por ello, el efecto conjunto de la subida del IVA supondrá, según diferentes estimaciones, entre cinco y siete décimas más de inflación en la segunda mitad de 2010.

En definitiva, el próximo año se dibuja un comportamiento de los precios afectado por factores ajenos a la dinámica del equilibrio de oferta y demanda de la economía doméstica. Un cálculo inmediato diría que, en promedio, en torno a 0,8 puntos de la inflación de 2010 vendrán dados por la persistencia de los actuales precios del petróleo en euros y por el aumento del IVA.

Las previsiones más recientes sitúan el aumento medio anual del IPC en 2010 en el entorno del 1,5%, lo que indicaría que la presión de precios por demanda será todavía reducida. Por tanto, así como la alarma por la caída de los precios durante los últimos meses estaba injustificada, el escenario de recuperación del consumo privado a medio plazo es suficientemente débil como para esperar niveles de inflación elevados en el próximo futuro.

Xavier Segura. Jefe del Servicio de Estudios de Caixa Catalunya

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