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Tribuna
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S.O.S. temible

A punto de finalizar otro año en negativo desde el punto de vista de la actividad económica y casi entrada la Navidad, el Gobierno nos regala un asunto de debate y opinión para distraer nuestras conciencias y quizás transmitir algo positivo para el futuro. El anteproyecto de Ley de Economía Sostenible refleja algo de precipitación creativa, al ser un gran cajón de sastre donde se agrupan multitud de intenciones, muchas de ellas enunciadas con anterioridad, cuyo objetivo fundamental es "lograr un desarrollo económico sostenible", pero sin abordar los problemas fundamentales de desempleo, déficit, competitividad y escasez de crédito de pymes y familias.

La economía española está desde 2007 reclamando medidas estructurales, no sólo en el mercado laboral, sino también en los sectores educativo, sanitario, energético e inmobiliario. Este último está viviendo su particular vía crucis desde el último trimestre de 2006, tras 14 años de expansión y asistiendo desde entonces a una caída en vertical de la producción y de las transacciones. Alguna de las medidas que enuncia el anteproyecto y que afectan al sector inmobiliario están diseñadas en la buena dirección, como la equiparación fiscal de alquiler y compra de vivienda, el fomento del alquiler o el incentivo fiscal a la rehabilitación. Todas las medidas parten de una buena voluntad del Gobierno, pero no dan respuesta a la dramática situación de cerca de cinco millones de personas que están sin empleo y que necesitan de un despertar inmediato de la actividad económica.

Es difícil creer en cambios de modelos económicos, estudiando y proponiendo soluciones a largo plazo, sin abordar de manera clara y dinámica los problemas a corto y ni siquiera a medio plazo. Existen diversos problemas que hay que acometer con mayor urgencia. Los sectores inmobiliario y financiero están condenados a buscar soluciones para ayudarse mutuamente, y con ello, al conjunto de la sociedad. Estas soluciones pasan por que las inyecciones de liquidez lleguen a sus destinatarios, con un análisis riguroso del riesgo y que, al mismo tiempo, promotores y entidades financieras reconozcan algunas de sus pérdidas a través de descuentos reales en el precio de sus inmuebles. Deben tomarse las medidas necesarias para obtener las soluciones a estos dos problemas, porque por muchos debates de economía sostenible a los que asistamos en el Congreso y en el diálogo entre empresarios y sindicatos, los desempleados españoles de hoy y los de mañana seguirán lanzando con mayor intensidad su S.O.S. y ello nos llevará a una situación económica y social cada vez más temible e insostenible.

Ángel Serrano. Director general de Aguirre Newman

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