La facturación por horas pierde terreno en los bufetes
La crisis impulsa a los clientes a exigir fórmulas que permitan un mayor control de los gastos.
Hace año y medio el bufete Eversheds -en España, Lupicinio Eversheds- publicaba un estudio sobre cómo sería la abogacía en 2018. El informe, que recogía las impresiones de 50 socios de las 25 firmas legales más destacadas del mercado, así como de los jefes de asesoría jurídica y directores financieros de las 50 compañías más importantes del mundo- arrojaba una conclusión casi unánime: el modelo de facturación por horas probablemente seguirá vigente durante al menos una década, "pero no es el método de facturación más ventajoso para el cliente".
La crisis económica ha reforzado este diagnóstico y ha comenzado a poner en cuestión las ventajas de este modelo de facturación. En un momento en el que los presupuestos de las empresas se cierran con dificultades, los clientes exigen a los bufetes modelos más austeros y que permitan un mayor control de gasto. "La facturación por horas constituye un modo objetivo de valorar el trabajo de los abogados, pero es cierto que actualmente ello se está viendo atemperado por la necesidad de algunos clientes de poder contar con una estimación previa de cuál va a ser el coste de los servicios", señala Gonzalo Jiménez-Blanco, socio director de Ashurst .
Esta necesidad de previsión de gastos puede satisfacerse, añade Jiménez-Blanco, con diversas fórmulas: desde estimaciones a priori sobre el coste, hasta el establecimiento de caps máximos en cada una de las distintas fases de una operación pero, sobre todo, con una política especialmente transparente de información sobre los gastos. Según el socio director de Ashurst, la incertidumbre que rodea el resultado de muchas operaciones en el actual contexto económico está potenciando ahora modelos como el de facturación por éxito. "La crisis ha elevado el número de operaciones que fracasan en el mercado, por eso el cliente reclama un sistema más acorde con esa mayor incertidumbre en el resultado".
Una gran paradoja
Jacobo Martínez, socio de Lupicinio Eversheds, defiende la utilidad de facturar por horas para grandes clientes que tienen intereses en diferentes mercados -"porque es mucho más sencillo para la empresa matriz controlar los costes"- pero reconoce las ventajas de otras soluciones, como la de las igualas, para el asesoramiento local y diario. "Estamos caminando hacia una mayor racionalización de los presupuestos debido a la crisis. Los despachos nos tendremos que ir ajustando poco a poco a lo que nos demande el cliente", reflexiona. Martínez advierte, sin embargo, de que esas otras fórmulas deben gestionarse adecuadamente. "Un modelo como el de la iguala corre el peligro de no ser rentable para el bufete, a no ser que se revise periódicamente con el cliente. Si se hace así puede ser satisfactorio para ambos".
Quienes critican el modelo por horas ponen también en cuestión sus ventajas para una gestión eficiente de los propios despachos. "Este modelo está marcado por una gran paradoja: cuanto más ineficiente es un abogado más horas necesita y más factura. Es un sistema en el que los costes de gestión se trasladan al cliente en detrimento de una gestión de gastos más eficiente por parte de la firma", señala Agustín Bou, socio del bufete Jausas.
Según Bou, el abandono de la facturación por horas obligará a los despachos a establecer políticas de costes y estructuras y realizar una mejor gestión. "Hay un sector del que la abogacía tiene mucho que aprender: la consultoría. Los consultores trabajan por proyecto, no por horas, y hacia eso vamos", afirma. Entre las fórmulas que se utilizan cada vez en mayor medida -añade- destaca también la facturación por éxito en los pleitos (hay un fijo que cubre gastos y, si se gana, un porcentaje de éxito) y el comunicar al cliente "el coste habitual de una operación, de forma que si se complica y se alarga se analizan las desviaciones".
Las cifras
55% de los encuestados en el informe 'La abogacía del siglo XXI' del bufete Eversheds, realizado en 2008, consideraron que el incremento de honorarios en las firmas "no es sostenible".32% de los abogados y clientes consultados rechazaron el modelo de facturación por horas.
"Es el momento de deshacerse de las horas facturables"
"Hay un movimiento que habrá que seguir con atención. Hoy la presión de los clientes sobre los honorarios es enorme. Nos piden cada vez más que les valoremos la operación, que cuatifiquemos el tiempo, los recursos y la sabiduría que vamos a emplear y que les demos una cifra", defiende Agustín Bou, socio de Jausas.Pese a que el modelo de facturación por horas es de origen anglosajón, un mercado en el que se implantó ya en los años sesenta, hay voces que están cuestionándolo también en ese ámbito. "Los bufetes están comenzando a tener problemas para justificar la herramienta más básica del mercado legal: la facturación por horas", señalaba hace unos meses The New York Times, en un artículo en el que Evan R. Chesler, presidente de Cravath, Swaine & Moore en Nueva York, una gran firma legal cuyos abogados facturan 800 dólares por hora (543 euros), no tenía reparo alguno en afirmar: "Ha llegado el momento de deshacerse de las horas facturables". Dentro de ese debate cobra importancia también el tamaño de las firmas. Como señalaba hace unas semanas Íñigo Sagardoy, socio director de Sagardoy Abogados, en una entrevista a CincoDías, "la facturación por horas es una herramienta muy adecuada para los grandes bufetes, pero beneficia más a los despachos que a los clientes". Sagardoy aludía también a la dificultad del modelo para cuantificar el trabajo del abogado. "Puedes tener en cuenta las horas que estás escribiendo un informe, pero las que has dedicado a pensar en el tema o a contrastarlo con otros compañeros no pueden cuantificarse", señalaba. Por esa razón hay una tendencia "entre firmas pequeñas y algunas grandes a facturar por asuntos y por éxito".