El arbitraje de consumo: una conspiración
La Administración, los colegios de abogados y las cámaras de comercio están realizando una campaña en favor del arbitraje en materia de consumo que se presenta como una vía rápida, eficaz y económica. ¿Es realmente así?
El arbitraje es sin duda un procedimiento muy ventajoso para aquellas instituciones que lo promueven: para la Administración supone reducir el número de litigios en los juzgados. Para los profesionales de la justicia supone lisa y llanamente menos trabajo; y para los abogados es una fuente de ingresos puesto que los servicios de los árbitros son remunerados. Por ello, como si de una conspiración se tratase, todo el mundo se deshace en loas al sistema.
¿Pero beneficia el arbitraje al consumidor particular de bienes o servicios? En mi opinión, ni la rapidez, ni la economía, ni la eficacia son verdaderamente tales.
¿Rápido? La mayor parte de los tribunales arbitrales ofrecen dictar un laudo en el plazo máximo de seis meses. Ciertamente es menos tiempo del que necesita un Juzgado de Primera Instancia para dictar una sentencia. Ahora bien, esa celeridad se consigue mediante una exhaustiva simplificación de los trámites respecto a los previstos en la Ley de Enjuiciamiento Civil, y esos trámites están pensados para ofrecer garantías a las partes que litigan. A menos trámites, menos garantías, lo que perjudicará siempre más a la parte débil en el litigio, que suele ser el consumidor. Hay que pensar, por ejemplo, en el riesgo que puede suponer una notificación por correo electrónico. Sin duda es rápida, pero ¿qué garantías hay de que se haya recibido?
Otra fuente de rapidez es que contra el laudo arbitral casi no caben recursos. Si la decisión del árbitro no nos es favorable, no tendremos una segunda instancia en la que volver a intentarlo.
¿Económico? Es una falacia que parte del supuesto de que para recurrir al arbitraje no son necesarios abogados. Sin embargo, los argumentos ante un árbitro deben presentarse igual que ante un Juez. El consumidor sin abogado se enfrentará a una empresa que probablemente sí lo tiene. Es el mejor camino para perder.
¿Eficaz? El laudo arbitral tiene los mismos efectos que una sentencia firme, pero no más. Si muchas sentencias no se cumplen y es necesario ejecutarlas, ¿por qué se van a cumplir los laudos? Muchas veces es la larga fase de ejecución la que demora los pleitos, y eso no es distinto en el arbitraje.
Si es usted consumidor, piense si ahorrarse unos meses merece realmente la pena. La Justicia le dará más garantías.
José Ignacio Macías. Socio de Macías Legal