_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Prosperar innovando

En 2000 se iniciaron acciones para transformar la Unión Europea en la economía del conocimiento más competitiva del mundo para 2010, estableciendo que cada país invirtiera el 3% del PIB en actividades de I+D+i. A punto de finalizar el plazo, estos objetivos siguen siendo lejanos. El gasto español en I+D aumentó el 50% entre 1995 y 2006, alcanzando el 1,2% del PIB. Todo auguraba un claro crecimiento. Sin embargo, la inversión en I+D se elevó sólo al 1,27% en 2007, muy lejos de la media de la OCDE.

En 2007, la UE dedicó 229.000 millones a I+D, un 45% de los cuales se concentró en Alemania (62.000 millones) y Francia (39.000). Esos países ya están mostrando signos de recuperación frente a la crisis, mientras que a España aún le queda mucho para salir de la recesión.

¿Qué ha ocurrido? La incidencia de la innovación en la mejora de la economía es cada vez más clara. Numerosos estudios reflejan que las organizaciones que apuestan por la innovación cuentan con un crecimiento mayor y más rápido. Y cuando hablo de innovación no me refiero únicamente a productos o tecnología, sino a innovación aplicada a nuevos modelos de negocio, metodologías de trabajo y al día a día de las empresas, tanto en TIC como en gestión.

Según el Ministerio de Ciencia e Innovación, España ocupa un puesto "moderadamente" innovador. Esto se debe a que aún se considera la innovación como algo propio de las grandes empresas tecnológicas. Debemos ser capaces de ver que las inversiones en I+D+i son clave para que las compañías aumenten su competitividad, asumir que la innovación afecta a todos los aspectos de la empresa, desde productos hasta la estrategia, pasando por el marketing, las finanzas y la concepción de producto/servicio. Y concienciarnos de que debería ser una constante en todos los sectores, incluyendo a las pymes.

A pesar de que España ha avanzado mucho en materia científica, y el CSIC es considerado como el octavo centro más relevante del mundo, ello todavía no se traslada adecuadamente a la inversión del sector privado. Un gran reto es la puesta en valor de la investigación científica para aumentar productividad y competitividad y eliminar esta brecha.

Si queremos salir de esta situación debemos trabajar en medidas para incorporar el concepto de innovación en la cultura empresarial española. En un momento de máxima competencia, en el que mercados y consumidores se transforman continuamente, las compañías deben no sólo adaptarse a los cambios, sino adelantarse a ellos y replantearse, desde la innovación, todos los detalles de su funcionamiento.

José Ramón Magarzo. Presidente ejecutivo de Altran

Archivado En

_
_