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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Deuda, tipos y demanda de vivienda

El tipo de interés nominal al que la banca que opera en España está concediendo ahora el crédito hipotecario nuevo es del 2,78%, la cuota más baja registrada jamás. Pero el número de operaciones que se contabilizan es también el menor de la historia, porque la demanda de vivienda y de crédito están prácticamente congeladas como consecuencia del pesimismo que atenaza las expectativas de los hogares por la profundidad de la crisis. Ni siquiera la vuelta a esos altos niveles de esfuerzo en la financiación moviliza la compra de casas, porque ni siquiera tampoco los precios han flexionado a la baja en la proporción que deberían hacerlo para convertirse en un elemento decisivo.

La deuda tomada por los agentes económicos, tanto las familias como las empresas, condicionará las decisiones de inversión de los hogares y corporativa en los próximos años. Pese a que las condiciones de financiación aplicadas por las autoridades monetarias son más expansivas que nunca, la banca ha endurecido las exigencias para conceder nuevo crédito, y mantendrá las condiciones de rigor hasta que logre recomponer, tanto en España como fuera, sus balances con mayores dosis de capital. En paralelo, empresas y familias tendrán que purgar también sus excesos, con renegociaciones del endeudamiento en el caso de las primeras y una paralización drástica de la demanda de préstamos en las segundas. De hecho, prácticamente una de cada tres grandes compañías cotizadas reducirá su dependencia de la financiación ajena en 2010, mientras el simple paso del tiempo recompondrá las finanzas familiares con una reducción lenta del apalancamiento, y llevará las tasas de ahorro de los hogares a cifras récord.

Los datos proporcionados por el Banco de España revelan que el desapalancamiento corporativo y de los hogares se ha iniciado ya. Es una condición imprescindible para que se recuperen los crecimientos de la inversión, aunque no lo harán a las tasas desorbitadas de los primeros años del presente siglo. De hecho, todavía en 2010 la estimación de la inversión en vivienda -que, mientras no haya un giro radical en el comportamiento social, seguirá siendo en España la principal inversión familiar- registrará caídas cercanas al 20%, acumulando ya tres años completos de descenso.

Las deducciones fiscales, que han constituido uno de los atractivos más generosos para la inversión en vivienda, deben ponerse a disposición de otros objetivos de inversión con más recorrido productivo que la construcción residencial. La educación, que va más allá del ciclo de primaria, secundaria y universidad, así como la capitalización de proyectos con alta intensidad tecnológica y mayor proyección comercial, deben absorber los estímulos fiscales que pierda la vivienda, si se quiere que contribuyan a atraer el dinero y construir un modelo más sólido de crecimiento.

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