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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El tabaco de liar empieza a perder fuelle

Puede que fuera cuestión de tiempo y que los fumadores hayan acabado perdiendo el interés por la novedad; o quizás que los movimientos del Ejecutivo -vía subida de impuestos- hayan servido para frenar el crecimiento del tabaco de liar.

Lo cierto es que las estadísticas oficiales ponen sobre la mesa el frenazo que están experimentando las marcas de picadura. Según los últimos datos publicados por el Comisionado para el Mercado de Tabacos (CMT), sus ventas siguen al alza, pero a un ritmo mucho más pausado que hace sólo unos meses. En concreto, hasta octubre han repuntado un 36% respecto al año anterior, pero sólo un mes antes, el avance era del 44% y en primavera el crecimiento llegó a alcanzar un ritmo del 60%.

Hasta hace aproximadamente un año, el tabaco de liar era prácticamente inexistente en España. Una modalidad de consumo que nos alejaba de otros mercados europeos donde este tipo de cigarrillos están más arraigados.

Hasta octubre crecía un 36%, meses antes avanzaba al 60%

Sin embargo, el diferencial de precios con las tradicionales cajetillas les permitió, poco a poco, hacerse un hueco entre las preferencias de los fumadores españoles. Una presencia que, en un primer momento, nadie consideraba relevante. Hasta que se las arcas de Hacienda comenzaron a notar el efecto de la picadura.

Mientras los cigarrillos contaban con un impuesto mínimo con el que el Ejecutivo quiso disuadir el consumo de marcas baratas entre los más jóvenes, la picadura carecía de esta carga fiscal mínima. Pero en junio las cosas cambiaron. El Ministerio de Economía y Hacienda encabezado por Elena Salgado (que cuando ocupaba la cartera de Sanidad ya conllevó más de un quebradero de cabeza para las tabacaleras por su Ley Antitabaco) decidió imponer un impuesto mínimo sobre el tabaco de picadura. En concreto, le colocó una carga fiscal de seis euros por kilogramo de tabaco.

La decisión del ministerio dejó contentas a las tabacaleras que, aunque pueda parecer lo contrario, no están tan cómodas con este tipo de tabaco como con el más tradicional. Sin embargo, todas las compañías se han puesto en los últimos meses manos a la obra para lanzar nuevas marcas aprovechando el renombre de sus cajetillas más populares, como Chesterfield, Camel o Fortuna. Nadie quiere quedarse atrás. Una batalla en la que, por ahora, sale vencedora Imperial Tobacco, ya que la cuota de mercado en picadura de la matriz de Altadis alcanza el 42%. Pero a pesar de la marcada desaceleración que padece el tabaco de liar, su tendencia alcista sigue siendo muy diferente a la que experimentan los cigarrillos tradicionales. En los 10 primeros meses de 2009, las ventas de cajetillas se han reducido un 9,5%.

Es cierto que el tabaco no es inmune a la crisis. Pero esta caída se debe tanto a la negativa situación económica en los bolsillos de los fumadores españoles, como al menor consumo de los turistas. Las ventas en las zonas limítrofes con Francia siempre se han visto favorecidas por el diferencial de precios respecto a los estancos del país vecino.

Pero ahora también sufren más. Sólo en el mes de octubre, tanto en Gerona como en Guipúzcoa, las ventas de cigarrillos se redujeron más de un 24%. Mientras, en Madrid la reducción se atempera hasta el 15%. Eso sí, también hay marcas que viven al margen de la crisis. Altadis anunció ayer el lanzamiento de un estuche de 15 unidades de puros Habanos a un precio de 675 euros.

Y los próximos meses pueden volver a dar alguna señal de alarma para el sector tabacalero. En público, los responsables de Hacienda aseguran que no tienen intención de subir los impuestos especiales a corto y medio plazo, pero hay voces que señalan cómo Salgado estaría dispuesta a subir la fiscalidad en cuanto tenga ocasión.

Un alza que supondría un nuevo mordisco al balance de las tabacaleras, ya que hoy más del 75% del precio de cada cajetilla son impuestos. Aunque hay un movimiento fiscal que sí sería bien recibido en el sector: revisar al alza el impuesto mínimo sobre las cajetillas (actualmente 91,3 euros por cada 1.000 cigarrillos) para evitar una nueva guerra de precios entre las marcas más baratas. Pero las subidas de impuestos especiales no se anuncian, así que el Gobierno puede sorprender al sector cuando menos se lo espere.

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