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Videojuegos

La guía más intuitiva para que los padres compren los regalos

A falta de normativa oficial, la industria renovó el código PEGI con iconos y calificaciones con los que asesorar en la compra de software.

Todavía hay padres que manifiestan cierto temor hacia los videojuegos. Es cierto que muchos de los más celebrados son productos para adultos. Sin embargo, también lo es que, de los 50 juegos más vendidos en España el año pasado, el 70% eran recomendados para mayores de 3 o 7 años, y sólo un 16%, para mayores de 18.

La Administración aún no ha tomado cartas en España para crear unas calificaciones por edades en los videojuegos como las existentes en el cine. Sin embargo, la propia industria, por una cuestión tanto práctica como de imagen, ha decidido tomar cartas en el asunto y creó en 2003 un sistema de códigos, el PEGI (Pan European Game Information). Su iconografía se ha renovado recientemente, este mismo otoño, para acompañarla de leyendas con los posibles puntos conflictivos, además de mantener distintas calificaciones por edad según los contenidos: para 3, 7, 12, 16 o 18 años.

Se trata de iconos bastante claros con el fin de orientar a los padres, que por ejemplo con la llegada de los regalos navideños pueden verse en la tesitura de adquirir un software del que apenas tienen información. Un vistazo a la contraportada de las carátulas servirá para comprobar que el videojuego solicitado se adecua realmente a la edad de sus posibles usuarios.

El PEGI parece tener buena aceptación por los usuarios españoles, según Carlos Iglesias, el secretario general de la patronal española del sector, aDeSe: "Una encuesta del pasado año mostraba que, de los 30 países en los que se emplea, España era el segundo con mayor reconocimiento del sistema".

El que un juego se someta a estas calificaciones no es obligatorio en España, a diferencia de países como Gran Bretaña u Holanda, o de Alemania, que tiene su propia calificación concedida por la Administración. "Personalmente, me parece preferible el modelo en el que la industria, de manera responsable, decide controlarse, en lugar de un sistema de obligado cumplimiento. Nuestra baza es que somos los propios interesados los que queremos defender la imagen del videojuego".

Para conseguir la calificación, los productores de videojuego deben remitir sus títulos a un organismo independiente holandés, si bien en el organigrama existen representantes de distintos países y del propio Parlamento Europeo.

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