El coche compartido da el salto a pasajeros de empresa
La compañía Amovens conecta através de su web a empleados de universidad, empresas e instituciones para ahorrar tiempo y dinero en sus trayectos.
El apego al coche es uno de los rasgos característicos que definen al ciudadano español medio. Quejicoso de los atascos que inundan las grandes ciudades a primera hora de la mañana, pero aun así, como en el vehículo particular, aunque se tarde una hora en llegar al lugar de trabajo, no hay nada.
La reciente mudanza de la multinacional Telefónica ilustra hasta qué punto resultará difícil un cambio de hábito en la elección del medio de transporte de los españoles. La compañía esperaba que de los 14.000 empleados que cada día se desplazan a la nueva sede de Las Tablas, al norte de Madrid, sólo la mitad viajara en coche.
Sin embargo, y mientras llega la inauguración de su propia estación de metro, por la que la compañía ha pagado un total de 14 millones de euros, la mayoría de los trabajadores coge el coche hasta este campus empresarial, con los problemas de aparcamiento que provoca semejante movilización de cuatro ruedas. Y aquí es donde entra en juego Amovens, una de las primeras compañías que se han lanzado en España al negocio de la conducción compartida para empresas e instituciones.
La entrada del correo electrónico y de una palabra clave abren al usuario de la Universidad Complutense, de la Politécnica, de la Universidad de Educación a Distancia (UNED), de laUniversidad Rey Juan Carlos y de la Universidad de Extremadura la posibilidad de compartir coche hacia el campus. La ventaja añadida de esta plataforma privada es que sus miembros pueden elegir ampliar su búsqueda de compañeros de auto a otras empresas e instituciones, cuyos empleados vivan por su misma zona.
Ahora, esta pequeña compañía, que echó a rodar el pasado mes de junio y cuenta entre sus fundadores nada menos que con el ex presidente de Costa Rica, José María Figueres, experto en desarrollo sostenible, está en plena negociación con varias grandes empresas para ampliar sus servicios de conducción compartida. Amovens es consciente del principal escollo de su negocio: la desconfianza de sus potenciales clientes. Si en países como Francia o Alemania esta práctica es muy frecuente, en España se desconfía del compañero de ruta, del conductor, del estado del vehículo y de cuanto detalle parezca sospechoso.
Por ello, Amovens impone como condición a sus potenciales usuarios el registro en su página web del correo electrónico, parte del número de matrícula y un número de contacto de móvil. Cuando el conductor y el viajero se ponen de acuerdo, el sistema envía automáticamente un SMS, de forma que "si ocurriera cualquier percance, es posibe las personas", explica Diego Hidalgo, jovencísimo consejero delegado de la compañía, de 26 años de edad. En España, dice Hidalgo, tiene sentido compartir coche, en pleno ascenso del índice de paro y de salarios bajos, de los que el transporte absorbe gran parte.
"Además nosotros hacemos de intermediarios entre conductores y viajeros dentro de la misma ciudad, otras compañías sólo prestan este servicio para trayectos largos". El grueso de los desplazamientos es, efectivamente, dentro de la misma ciudad. La compañía insiste en la necesidad de hacer pedagogía. "En general, la gente no sabe que existen iniciativas de este tipo". Aún queda lejos la experiencia alemana, donde los usuarios del transporte por carretera han hecho del coche compartido un hábito, "ya lo hido un hábito, "ya lo hacían incluso cuando no existía internet", explica Hidalgo. Francia es el casomás llamativo.
Aunque esta práctica funcione peor que en Alemania, ha vivido un auténtico boom en el último año. Las acostumbradas huelgas y la crisis han multiplicado la demanda de este servicio. La página web estrella, www.covoiturage.com, aglutina un total de 235.092 suscripciones. La conducción compartida quizá sea más eficaz en la reducción de emisiones contaminantes y menos costosa para el contribuyente que el polémico impuesto ecológico impulsado por Nicolas Sarkozy.
España, el país europeo con más humos
Es conocido que el transporte por carretera es el principal responsable de la emisión de gases de efecto invernadero, sin contar el transporte marítimo y aéreo. Y España está a la cabeza de los países de la UE que más contaminan con sus vehículos, siendo responsable del 25% de las emisiones, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, con sede en Copenhague, donde se celebrará la cumbre del clima del 7 al 18 de diciembre.Entre 1990, año de referencia del Protocolo de Kioto para la reducción de emisiones, y 2007, el sector del transporte es el único que ha incrementado las emisiones de CO2, en 200 millones de toneladas, de las que 50 millones corresponden a España.En general, el conjunto de emisiones han caído en Europa un 9% en este mismo periodo, en concreto durante los últimos tres años, debido al fuerte incremento del precio del combustible, que crece a mayor ritmo que la renta.Sin embargo, en España, entre 1990 y 2007 las emisiones han crecido más de un 50%, debido al rápido aumento de la población, el incremento del PIB y la predilección por los combustibles fósiles.La complejidad de los sistemas de contabilidad empujará hasta 2014 el calendario para saber qué países han cumplido con el Protocolo de Kioto. Ese año debería estar ya en vigor el sustituto de este tratado, el único acuerdo internacional de carácter vinculante que existe hasta la fecha sobre reducción de emisiones, que expira en 2012. En la cumbre de Copenhague se espera sólo un acuerdo político, sin objetivos vinculantes.