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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La ilusión de la vuelta a casa de los inmigrantes

Hay ideas esperanzadoras sobre el papel, pero que la realidad convierte en pura ilusión. Una evidencia de esto es el programa de retorno voluntario a sus países de origen de trabajadores extranjeros no comunitarios. Hace un año, el ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, puso en marcha la iniciativa y estimó que unas 87.000 personas podrían acogerse al plan. Doce meses después, y a pesar de las negras perspectivas de encontrar empleo hoy en España, tan sólo se han apuntado 8.700 inmigrantes.

El ministerio oferta a estos trabajadores la posibilidad de capitalizar el paro en su país, si así lo desean. Una vez inscritos en el Inem con su carta de despido reciben el 40% de toda la prestación que les corresponde -que permite costearse los billetes de vuelta- y el 60% restante lo cobran una vez instalados en sus países de origen. En este año, algo más de 150.000 inmigrantes han obtenido el derecho al paro, y, por tanto, todos ellos podrían haber solicitado la vuelta a casa. El escaso número de beneficiarios pone de manifiesto que algo falla en la oferta del Gobierno. Los sindicatos, que comparten la esencia de la medida, consideran que la explicación del fracaso radica en el compromiso exigido a los inmigrantes para que no regresen a España hasta pasados tres años. Pero el Gobierno interpreta las cifras como un "buen resultado". Lo es si se conforma con cubrir el 10% de las previsiones y con que sólo se hayan acogido el 5% de los inmigrantes que han generado el derecho.

La idea de Trabajo para reducir el excedente de inmigrantes en el mercado laboral español es buena. Pero entre otros inconvenientes ha chocado contra la crisis internacional. Se explica así que los trabajadores prefieran aguantar en España con la aspiración -razonable- de encontrar un empleo antes que en los países que les obligaron a emigrar. Aunque la teoría dice que con el dinero cobrado en España es posible iniciar un negocio o simplemente sobrevivir más tiempo en su lugar de origen, la práctica asegura que al final se verán obligados de nuevo a buscar el sustento en el exterior.

Facilitar el viaje de vuelta a los inmigrantes, sin embargo, no es más que una solución coyuntural. Sólo una coordinación internacional que fomente el desarrollo de las zonas emisoras servirá para reducir la inmigración indeseada. En este sentido, son imprescindibles más avances de la OMC para derribar barreras al comercio internacional. La fuerte recesión ha aletargado la llamada de la riqueza, pero el problema sigue latente mientras existan brechas abismales entre distintas áreas del planeta. La inmigración, protagonista de parte del crecimiento de la última década y media en España, tiene la otra cara de la moneda en la diáspora desde países pobres que pierden capital humano emprendedor, generando así una espiral de subdesarrollo.

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