Negociadores de altura
Los pilotos de la fusión entre Iberia y British Airways tienen una larga experiencia en procesos de reestructuración. En sus manos está el nuevo gigante de la aviación mundial
Cuando a principios de julio Antonio Vázquez llegó a la presidencia de Iberia puso todo su empeño en cerrar cuanto antes un acuerdo con los "amigos ingleses" de British Airways. A su favor, experiencia, el respaldo del consejo de administración y su conocimiento de la forma de negociar de los ingleses. En la tarea se las ha visto con un negociador de altura, Willie Walsh, consejero delegado de la aerolínea británica, a quien la reestructuración que realizó en la irlandesa Aer Lingus le dejó el revelador apodo de slasher Walsh, algo así como carnicero Walsh.
Iberia y British Airways han aprobado su fusión, que dará lugar a un gigante mundial, con unos ingresos de unos 15.000 millones de euros. Antonio Vázquez, de 57 años, será el presidente no ejecutivo del holding resultante, y el consejero delegado de British Airways, Willie Walsh, de 48 años, mantendrá ese mismo cargo. Visto así suena mejor que como lo presentaba el Financial Times: una compañía con la puntualidad española, con la gastronomía típica inglesa y dirigida por un cordobés y un irlandés.
A estos dos ejecutivos les une una gran capacidad de trabajo y un pasado de duras negociaciones. En los círculos de la aviación, Walsh es conocido como un hombre que obra milagros. Nacido en Dublín en 1961, es un caso atípico en el mundo empresarial del Reino Unido, por su juventud y su origen irlandés. Asumió las funciones de consejero delegado de British Airways en octubre de 2005. Al consejo de la compañía no debió pasarle por alto su mano dura con los sindicatos y su olfato para lograr la rentabilidad en Aer Lingus. Eran tiempos turbulentos para el sector aéreo tras el 11-S y Walsh aplicó duros recortes -2.000 personas, la mitad de la plantilla- sin pedir disculpas: "O se iban ellos, o nos íbamos todos". Dio la vuelta a la compañía, que a finales de 2004 presentó unos beneficios de 73 millones de dólares, convirtiéndola en la aerolínea estatal más rentable en el mundo occidental.
Tampoco a Antonio Vázquez le asustan los retos. En Altadis pilotó la negociación con el grupo británico Imperial Tobacco y antes le tocó negociar con el Gobierno cubano la adquisición del 50% de Corporación Habanos. Fue uno de sus mayores éxitos profesionales. Nada que ver con las crisis por venir en Altadis, como consecuencia de la guerra de precios en el mercado español de tabaco. La empresa retrocedió cuatro años y Vázquez tuvo que poner en marcha un drástico plan de ahorro. La difícil situación fue aprovechada por Imperial Tobacco, que lanzó una opa para hacerse con la compañía. Vázquez abandonó Altadis, aunque durante medio año continuó asesorándola para facilitar la integración.
Al joven Willie Walsh le apasionaba la mecánica. Coches, televisores, radios..., todo lo que pudiera desmontar y montar de nuevo. Entró en Aer Lingus con 17 años, como piloto en prácticas. En poco más de diez años, era comandante. Se inició como negociador en la Irish Airline Pilots Association (Ialpa), el sindicato de pilotos irlandés, experiencia que le puso en contacto con la dirección de la aerolínea irlandesa, para la que acabaría trabajando. "Como la mayoría de las cosas en mi vida, acabé allí por criticar a alguien", diría irónico.
Con un MBA en el Trinity College de Dublín, se puso el traje de los negocios y fue pasando por varios cargos en Aer Lingus, hasta ser nombrado consejero delegado de la filial Futura, la compañía charter en España. En 2000 regresó a la matriz. Limpió la compañía y apostó por la salida a Bolsa, el Gobierno irlandés no cedió y Walsh dimitió. æpermil;xitos que asumió sin bajarse de su Honda Prelude 1993. Durante un tiempo, incluso prescindió de secretaria.
Casado, con una hija, para Walsh el ocio dura como mucho un par de días para ver deporte, le gusta especialmente el fútbol y el golf, o leer un libro. Descansar una semana es para él una tortura. En cambio, Vázquez es un devoto de la ópera, una pasión a la que se entregó tras su salida de Altadis. Casado, con cuatro hijos, es un gran deportista, aunque sus colaboradores se preguntan de dónde saca el tiempo, pues desde que llegó a Iberia, alguno ha dejado de practicarlo.