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Tribuna
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Robo de identidad

Imagine que al comprobar su cuenta bancaria descubre que parte de su dinero ha desaparecido. En la entidad le comunican que en los últimos días se han registrado múltiples transacciones. Sin embargo, usted no ha realizado ninguna de ellas y no consigue averiguar qué es lo que ha ocurrido.

El robo de identidad es un nuevo tipo de fraude que consiste en el uso de nuestros datos personales, sin que seamos conscientes de ello, ni demos nuestro consentimiento, para desviar pagos, obtener créditos, hacer compras, alquilar viviendas en nuestro nombre... Los delincuentes pueden obtener información personal robando las cartas del banco de nuestro buzón, duplicando las tarjetas, empleando malware informático, sustrayendo nuestra cartera…

En nuestro país, la cantidad económica media robada a cada víctima alcanza los 9.400 euros, lo que convierte a este fraude en un negocio muy rentable. Una prueba de ello son los más de 80 millones de euros que los ciberdelincuentes consiguieron sustraer a los españoles en 2008. Una cifra que nos sitúa en la tercera posición de países europeos con mayor número de casos de robo de identidad.

Una forma de proteger nuestra privacidad consiste en no facilitar el PIN, la clave de acceso a nuestra cuenta de banca online o los datos de nuestras tarjetas a través de e-mail. Los bancos y cajas nunca los solicitan a través de esa vía. Tampoco deben tirarse documentos, extractos bancarios o recibos sin romper. Las papeleras son una fuente de información de fácil acceso para los ladrones. Sin embargo, existen métodos más sofisticados. Muchos estafadores envían e-mails que mimetizan la web de entidades bancarias (phishing), para conseguir las claves de acceso de los usuarios y manipular sus cuentas.

Los criminales perciben el robo de identidad como un hurto de bajo riesgo, con un alto porcentaje de ganancias. Por ello, la suplantación de identidad es uno de los fraudes que más ha crecido en los últimos años. Es algo que puede sucederle a cualquiera. Además, según algunos estudios realizados por fabricantes de software y asociaciones antifraude en internet, los afectados pueden necesitar hasta 600 horas para conseguir solucionar los problemas derivados de este tipo de estafa (pagos de deudas, juicios por delitos no cometidos, imagen personal perjudicada…). Sin embargo, una de cada cinco personas sigue pensando que no sufrirá las consecuencias de un acto delictivo de este cariz.

La conclusión es que somos más vulnerables de lo que pensamos. Por ello, debemos ser prudentes si queremos evitar engrosar las listas de afectados por este tipo de delito aún poco conocido en España.

Ignacio Mier. Consejero delegado de CPP Protección y Servicios de Asistencia

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