Los hoteles se blindan ante un entorno adverso
Un alto ejecutivo de una de las principales cadenas hoteleras españolas decía esta semana que las lecciones que está dejando la crisis actual en este sector son dos. Por un lado, que la gestión del negocio hotelero debe ir enfocada cada vez más a variabilizar al máximo los costes de los establecimientos. Es decir, introducir en los contratos -en los de alquiler, por ejemplo- mecanismos que permitan flexibilizar las condiciones para adaptarse a una época de contracción del consumo tan acentuada como la actual. Una estructura de costes elevados y rígidos, combinada con un descenso de la ocupación a los niveles de hace cinco años, forman un cóctel muy difícil de digerir para cualquier cadena. Y, por otro lado, la segunda enseñanza que este empresario asegura haber interiorizado es que los hoteles bien ubicados no decepcionan, es decir, que funcionan siempre bien al margen de la coyuntura económica. Los establecimientos en nuevas zonas pueden funcionar o no, pero los ubicados en enclaves estratégicos no fallan nunca. Tampoco en crisis, opina.
Sobre cómo ha evolucionado el negocio hotelero en lo que va de 2009 basta echar un vistazo a los ingresos medios por habitación disponible (revpar) de septiembre. En tasa interanual la media de todos los hoteles españoles ha caído el 13,39%, pero el descenso ha sido de casi el 20% en los establecimientos de cinco estrellas. Las cadenas no han tenido más remedio que incurrir en una guerra de precios e iniciativas promocionales que han tirado con fuerza hacia abajo de las tarifas, erosionando los márgenes.
El crecimiento desbordado de la oferta ayuda poco en un contexto como el actual. En el último año el número de habitaciones se ha incrementado el 1,85% de media en todas las categorías. Pero si se analiza el incremento por segmento de hoteles, llama la atención que la oferta de cinco estrellas haya aumentado. "Quien abra ahora un hotel de 800 habitaciones a 200 euros la noche se lo va a comer con patatas", opinan fuentes de sector. En muchos casos se trata de proyectos gestados en época de bonanza cuyos promotores no contaban con que las condiciones del mercado iban a ser tan adversas cuando abrieran las puertas de los establecimientos.
2010 no pinta bien y será un test para evaluar la estrategia de cada cadena
Los resultados de las dos hoteleras españolas cotizadas, NH Hoteles y Sol Meliá, son fiel reflejo de la situación por la que atraviesa buena parte del sector. La primera transita por los números rojos por segundo trimestre consecutivo. En lo que va de año los ingresos de la compañía participada por Hesperia se han reducido el 19,8% y las pérdidas se han disparado hasta los 65 millones de euros. La crisis y el deseo de Hesperia de ejercer de primer accionista (tiene el 25%) con plenos poderes han precipitado el acuerdo por el que ambas cadenas integrarán su gestión. A falta de recursos y en medio de un entorno hostil para la inversión, el crecimiento por la vía de la gestión o el alquiler se impone, por lo que en el mercado no se descarta que se produzcan nuevas operaciones de este tipo.
Ventana de optimismo
La otra cotizada, Sol Meliá, acusa el impacto de la crisis, con una caída de ingresos del 9,3% en los nueve primeros meses, pero al menos se mantiene en los números negros. La compañía mallorquina ve cierto margen para el optimismo al constatar que el descenso de los niveles de ocupación no es tan acusado como en meses anteriores.
Lo cierto es que la crisis está depurando un sector en el que han desembarcado en los últimos años operadores procedentes de otros campos, como el de la construcción y el inmobiliario. Las cadenas hoteleras creadas al calor de los réditos del ladrillo no pasan por un gran momento y acumulan un buen número de proyectos parados, retrasados o, simplemente, abandonados. Y las previsiones para 2010 no apuntan a una mejoría sustancial de la economía española, por lo que el mercado determinará quiénes han sabido invertir bien y elegir buena ubicación.