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Tribuna
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Todo queda en el aire en las cajas

Nada está escrito, todo queda en el aire. Nunca se puede decir que de esta agua no beberemos, el agua de las fusiones de las cajas de ahorros. Hay voluntad política de fusionar. También desde el Banco de España. Soplan sin duda interesados y estratégicos vientos, mas ¿son oportunas? ¿Sólo las de identidad autonómica? ¿Quién gana en todo este juego de suma cero?

La realidad, al margen de constatar y verificar ratios económicos y financieros, activos y pasivos, endeudamientos, liquidez y morosidad, así como otros coeficientes no menores, entre ellos la participación industrial de las mismas en el tejido empresarial autonómico y foráneo, es que prácticamente se ha extendido la comunis opinio de que las únicas paganas de esta crisis económica, y primero financiera, han sido las cajas.

No es menos cierto que a pesar de su discutible naturaleza jurídica, no aclarada lo suficiente, pesa y mucho el componente y entramado político que subyace en el control de las mismas. Sobran ejemplos, también hipocresías. Está claro lo que todos se juegan en esta partida a medio camino entre el envite y el embuste, nunca embridados los intereses partidistas.

También lo está el interés mediático que suscita su componente territorial e identitario que no en vano es un exponente y atractivo de las propias cajas de ahorros y su imbricación social. Es de justicia reconocer el componente de obra social que año tras año ejercen. Nada que reprochar en ese aspecto, aun en sus cuestiones fiscales. Hay carnaza y de la buena, pero no es tiempo de especular y cuestionar, dejemos hacer a quien tenga que hacer, y desde la objetividad y la libertad sólo exijámosle que hagan. Sin tutelas ni padrinazgos innecesarios. Sin imposiciones ni cuotas. Hay mucho en juego, empezando por la supresión de cientos de puestos de trabajo y oficinas, cuestión no menor.

Se mueve el sector, y más en los próximos meses. Haría bien el legislador en preocuparse por dotar a las cajas de ahorros de una legislación segura y cierta, pero también acompasada a la realidad social del momento y sobre todo en aspectos financieros que no atenace y encorsete el dinamismo económico y político de las mismas.

Democraticemos su vida interna en lo posible, vehiculemos instrumentos financieros objetivos pero atractivos para el inversor, tanto con derechos económicos como también políticos, y robustezcamos su estructura interna con la posibilidad de incorporar a verdaderos gestores y eficientes profesionales en vez de arrendar asientos y poltronas a viejos prebostes de la política, profesionales en otras lides. Apaguemos luz y taquígrafos y dejemos hacer a quienes tienen que hacer, las propias cajas, con sus tiempos y estrategias, que convergerán si tienen que confluir.

Abel B. Veiga Copo. Agregado de Derecho Mercantil de Icade

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