Quedan pendientes las reformas
Ha pasado ya un año del tristemente famoso septiembre 2008, cuando quebró Lehman Brothers, y reconozco que no se me ha hecho corto. Hemos vivido en este periodo la angustia y el miedo derivados de un posible riesgo sistémico en el sistema financiero, pero curiosamente ahora vivimos la euforia de los mercados financieros como si nada de lo acontecido entre septiembre de 2008 y marzo de 2009 hubiera sido real.
Tengo la sospecha de que esta calma actual no es definitiva, pero el comportamiento de los activos financieros me hace obviarlo. Los rendimientos positivos de las Bolsas, la renta fija pública y privada, las materias primas y otros activos, parecen determinar el fin de la tormenta, y contra el mercado no podemos estar.
Pero no debemos olvidar que los que fueron pecados originales no han sido ni mucho menos totalmente redimidos. El apalancamiento del sistema financiero y la no valoración de determinados activos siguen persistiendo y el tiempo por si solo no puede curar esta enfermedad.
La simple voluntad de no dejar que empeoren las cosas no supone por sí misma que no vuelva a ocurrir el desastre del pasado, y consecuentemente hay que tomar las medidas correctoras necesarias para evitarlo.
Es en este punto donde sigo expectante a la espera de las tan comentadas medidas que se iban a adoptar a nivel global para reformar el sistema financiero y que a día de hoy siguen siendo de alguna manera una declaración de intenciones sin materializar.
La recuperación de las economías desarrolladas, allí donde la hay, es demasiado frágil por el momento y el riesgo de una nueva contracción derivada de los problemas del sector financiero es alto. Supervisores y reguladores deben acometer las reformas necesarias para generar confianza y garantizar la vuelta a la senda de crecimiento, si bien mas moderada que en el ciclo anterior sí mas sostenible.
Luis Peña Kaiser. Consejero delegado de Fonditel Pensiones