Iberia trata de escapar de una muerte a plazos
Antonio Vázquez, presidente de Iberia desde el verano, ha lanzado la voz de alarma: "Iberia se hunde y debemos reaccionar". La advertencia se produjo el viernes en dos reuniones consecutivas; una con los 125 directivos de los primeros niveles de la aerolínea, y la segunda con los dirigentes sindicales que representan a la plantilla.
El mensaje fue recibido con una mezcla de desconcierto e incredulidad por 21.000 trabajadores de la aerolínea. ¿Cómo es posible, se preguntan, que hace dos años Iberia presumiera de ser la aerolínea de red más saneada y con un futuro despejado, y que en tan breve lapso de tiempo la única solución que se vislumbra sea "reinventar la aerolínea para evitar una muerte a plazos", según el alegato del propio Vázquez?
Los nefastos resultados económicos de la compañía a junio, con pérdidas de 165 millones, fueron el aldabonazo de un deterioro acelerado que se confirmará para el resto del verano. Incluso la dirección de Comisiones Obreras se ha dado por enterada y el viernes sentenció que "Iberia ha entrado en una situación crítica".
Pero tal vez el síntoma más evidente del mal trance en el que se encuentra atrapada la antigua aerolínea de bandera lo encontremos en la actitud agresiva que han adoptado en al mercado aéreo español los más feroces competidores de Iberia. Las compañías de bajos costes Ryanair a EasyJet lanzan, para la temporada invernal que ahora arranca, nuevas rutas entre aeropuertos nacionales y con destinos europeos, con la estrategia de canibalizar una parte significativa de los tráficos de conexión que Iberia ha montado durante años en su hub principal de Madrid-Barajas. Pero si las low cost han dado una inmediata respuesta ante los síntomas de debilidad de Iberia, con mayor virulencia ha reaccionado la compañía de red alemana Lufthansa. Su director general, Stephan Smesch, anunció el pasado viernes que para la temporada de invierno había decidido incrementar un 21% su número de vuelos en España, hasta 288 a la semana, mientras que en el resto del mundo ajustará su capacidad un 7%.
De manera paradójica serán precisamente estas tres aerolíneas, Ryanair, EasyJet y Lufthansa, además de la nueva Vueling, (y no precisamente Iberia) las que se verán favorecidas por la exención de tasas aeroportuarias prometida por el Gobierno para las compañía que transporten durante los próximos meses un número mayor de pasajeros que los que llevaron en sus aviones durante el mismo período del año anterior.
El enemigo no solo ataca desde fuera. Antonio Vázquez recordó que en la próxima década la red de alta velocidad no dejará un sólo rincón de la geografía española fuera de unos servicios de AVE cuya duración nunca excederá las tres horas de viaje.
Iberia ha contraído de manera fulminante una enfermedad grave y su nuevo presidente, Antonio Vázquez, se apresura a definir un diagnóstico y una medicación de choque para intentar sacar con vida al paciente. La receta consiste en volcar la práctica totalidad de los recursos de la aerolínea en un proyecto de "crecimiento rentable" en las rutas de largo radio, especialmente con América Latina.
Y como alternativa para actuar "con costes competitivos" en los mercados de corto y medio radio plantea crear en el plazo de dos años una nueva compañía. El objetivo de Iberia es contar con una marca propia con precios bajos que llegue a ser capaz de transportar millones de pasajeros desde los principales aeropuertos europeos y españoles hasta la Terminal 4 de Madrid-Barajas con el propósito de alimentar la red de vuelos intercontinentales de Iberia.
Los sindicatos que representan a los principales colectivos de Iberia ya han puesto el señalado cual es el talón de Aquiles del plan de Vázquez. Reconocen que su fórmula es la única que puede garantizar la expansión rentable de la compañía en los segmentos de largo radio y, a la vez, atajar la espiral de recortes encadenados en la que se ha visto atrapada Iberia en los últimos ejercicios. Sin embargo, se preguntan como logrará el presidente de Iberia reconvertir en un marco de costes bajos un panorama laboral en el que los convenios colectivos en vigor sitúan los salarios y los derechos de los trabajadores de la aerolínea, en múltiplos de tres y cuatro por encima de los de sus competidores.