Merecido castigo a Reino Unido
La justicia está poniendo en su sitio a Reino Unido. La inesperada caída del 0,4% en el tercer trimestre del PIB evidencia que el país está teniendo la grave recesión que se merece. Reino Unido participó con particular entusiasmo en la mayoría de los excesos del boom del crédito -la especulación inmobiliaria, un gran déficit por cuenta corriente y la confianza en un sector financiero poco regulado-. Esperar la absolución era pecar de ingenuo.
Los 35 economistas encuestados por Reuters esperaban una lectura plana o positiva. Pero los expertos han subestimado el grave y duradero efecto del desempleo, la incertidumbre y la falta de disponibilidad de crédito.
La recesión actual de Reino Unido todavía no es tan profunda como la que el país vivió en el periodo entre 1979 y 1981, cuando el PIB cayó un 6% de máximos a mínimos. Pero una disminución del 5,9% (desde que comenzó la recesión el año pasado), dato sujeto a revisión, es bastante desalentador, sobre todo teniendo en cuenta que las autoridades han respondido rápidamente y con contundencia ante el derrumbe financiero.
Un elevado déficit fiscal, tasas de interés extraordinariamente bajas y la compra del banco central de 175.000 millones de libras de deuda pública, aproximadamente el 13% del PIB, no han bastado para dar la vuelta a la economía. Reino Unido ha aportado un estímulo más oficial que sus colegas europeos y el mismo que el de Estados Unidos. Y aun así está en plena recesión.
Una respuesta humana frecuente a un plan que no funciona es intentar más de lo mismo. La sorprendente caída del PIB trimestral significa que probablemente el Gobierno ejecutará un mayor déficit y el Banco de Inglaterra comprará todavía más deuda pública.
Pero hay límites. Las autoridades se abstendrán de hacer mucho más por el temor a la reacción de la libra -cayó dos centavos frente al dólar, hasta 1,64 dólares, con las noticias del PIB-.
La recesión de Reino Unido es mala, pero no desastrosa. Y mientras sean evitables los efectos sobre la moneda, no es de esperar que caiga mucho más. Sin embargo, los datos evidencian una recuperación lenta y débil. Algunos de los castigos por los excesos anteriores quedan pendientes, en lo que se prevé un 2010 doloroso.
Por Lauren Edward Hadas