Inversión exterior y mercado único

Bruselas quiere poner coto al régimen fiscal español que permite a las empresas radicadas en España deducir durante veinte años el fondo de comercio en todas las adquisiciones de sociedades en el exterior, siempre que su participación en el capital supere el 5%. Esta normativa, en vigor desde 2002, había pasado inadvertida hasta que las grandes sociedades españolas comenzaron a adquirir negocios en el exterior, con gran concentración en países como Reino Unido, cuyos competidores comenzaron a considerarlo un desembarco del que ellos no tenían calculado ser víctimas. Telefónica con O2, Santander con Abbey National, Ferrovial con BAA o Iberdrola con Scottish Power, son ejemplos que el capital británico ha llevado a la comisaría de Competencia por entender que la deducción encubre ayudas de estado.

Las autoridades comunitarias parecen darle la razón, y que España sólo podrá evitar que su carácter retroactivo obligue a devolver las ayudas fiscales (unos 30.000 millones de euros). Pero Bruselas debería considerar si su decisión es coherente con la unidad de mercado y la libertad de movimiento de capitales, ya que los estímulos son para cuantas empresas radicadas en España compren fuera, independientemente de la nacionalidad de su capital.