Dublín y Praga meten la cuchara
La absurda trama llega a su fin. Irlanda ha "revotado" que Sí al Tratado de Lisboa y el presidente checo, más temprano que tarde, tendrá que firmar el texto (mi pronóstico es que antes de la cumbre europea del próximo día 29). Tras el desenlace, un abogado o un inspector de policía probablemente se preguntaría qui prodest? ¿A quién ha beneficiado el tortuoso proceso de ratificación del Tratado?
No hace falta ser el guionista de La Huella del Crimen para intuir que los principales réditos los cobrarán Dublín y Praga. Irlanda ha logrado que todos los países mantengan un represante en la Comisión Europea, una reivinidicación compartida por los los países "pequeños", incluida la República checa.
Los réditos, ciertos o probables, nos llevan a la siguiente pregunta del cluedo comunitario: ¿han sido producto de un chantaje o consecuencia inevitable de las peculiariedades políticas de cada país?
Tras una primera inspección ocular, más de uno descartaría la premeditación en el caso del Gobierno de Brian Cowen y sería menos comprensivo con el checo Vaclav Klaus. Pero un regreso al lugar del crimen irlandés abre otras interrogantes.
Cowen convocó el primer referéndum a pesar de que no tenía ninguna obligación de hacerlo, porque el Consejo de Estado irlandés no lo consideraba imprescindible. Durante la campaña, su Gobierno se dejó barrer por los argumentos simplistas de los partidarios del No. Y tras la derrota en las urnas se presentó en Bruselas a reclamar su comisario, a sabiendas de que en un segundo referéndum y con una campaña adecuada no costaría convencer a un pueblo mayoritamente partidario de la UE.
Resulta inevitable sospechar que la coartada del referéndum permitió a Dublín recuperar lo que había perdido durante la negociación del Tratado. Y, lo peor, es que la la fechoría puede causar furor en el resto del hampa comunitario.
Nicolaus Heinen, del Deutsche Bank Research, advierte en un reciente análisis que la concesión a Irlanda "envía una mala señal para futuros referendos: cualquier país que vote "no" a la primera será premiado con beneficios adicionales". La úncia vacuna posible sería exigir la dimisión al Gobierno que pierda la primera convocatoria.
En cuanto a Praga, la cosecha, aparte del comisario de rebote, parece menos clara. Pero eso no excluye contrapartidas bajo manga. La próxima semana, sin ir más lejos, Bruselas quiere rematar un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur que aterroriza a algunos países europeos por su posible impacto en el sector del automóvil. La República checa es uno de los posibles afectados y su comisario ya está maniobrando en Bruselas para evitar la firma del pacto con Seúl o variar sus términos en el terreno de la automoción.
Foto: expo en la sala Les Brigittines de Bruselas (B. dM., marzo 09).