Cuando el salario mínimo dificulta el acceso al empleo
"La determinación de un salario mínimo es compleja y acarrea riesgos". Con esta afirmación arranca un estudio sobre la renta mínima elaborado por el Grupo Adecco y la escuela de negocios IESE, en el que se explica que el primer problema a la hora de fijar el salario mínimo es que éste, para ser digno, supere la productividad de un conjunto de tareas elementales, "lo que condenaría a los trabajadores que lo recibieran al desempleo o a trabajar ilegalmente". Pero si para evitar este problema, el salario mínimo se fija en un nivel muy bajo, su existencia no tendría sentido. De ahí que afirmen que "el salario mínimo tiende a incrementar la tasa de paro, a pesar de sus buenos propósitos".
Para afirmar esto han puesto en relación los niveles de desempleo de la veintena de países de la UE que cuentan con un salario mínimo, con el poder de compra de estas rentas (ver gráfico).
Para empezar, la tasa media de paro de los siete países que no tienen salario mínimo es del 5,4% mientras que la de los veinte que sí disponen de esta renta tienen un nivel medio de desempleo del 6,4%. Pero además, vinculando las tasas de paro al peso de las rentas mínimas sobre el sueldo medio el estudio concluye que: "a mayor relación entre el salario mínimo y la remuneración media, mayor tasa de desocupación". Así, según sus cálculos, si en España el salario mínimo en 2008 hubiera sido de 447 euros al mes, en lugar de 728 euros (incluidas pagas extras), la tasa de desempleo podía haber sido el pasado año del 10,3% un punto inferior a la registrada ese ejercicio.