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Tribuna
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Un paso atrás

Desde las filas socialistas, y en alusión a los Presupuestos 2010 que se han presentado en la Cámara baja, se venía expresando la firme intención de no dar "ni un paso atrás". Por esta razón, el recorte de más del 3% en la asignación dedicada al I+D civil supone un jarro de agua fría.

Desde luego, sí hay que reconocer que el Gobierno actual ha impulsado la investigación; el presupuesto destinado creció a un ritmo cercano al 30% anual en la pasada legislatura. Pero las cuentas para 2009 hicieron saltar las primeras alarmas, ya que el incremento fue más modesto, sin alcanzar siquiera el 7%. Hoy, la realidad se impone: la innovación constituye una de las 10 políticas de gasto que sufrirá recortes en 2010. Parece un contrasentido recortar dinero a ciertos sectores de I+D y defender, al mismo tiempo, un nuevo modelo económico basado en la sociedad del conocimiento.

En cualquier caso, el esfuerzo presupuestario debería ir acompañado, paralelamente, de otras medidas gubernamentales capaces de atraer al sector privado hacia el I+D+i. Son las empresas, al fin y a la postre, quienes deberán tirar del carro. En España, la iniciativa privada financia el 47% del gasto en I+D, muy por debajo de Alemania (67%), Japón (77%) o Estados Unidos (65%).

Para paliar esta situación, se atisban posibles buenas medidas, como la compra pública de tecnología innovadora, el estímulo fiscal para la creación de fondos de inversión especializados en I+D, la financiación de proyectos a través de capital riesgo o iniciativas para que los proyectos innovadores puedan captar fondos en Bolsa (a través del mercado alternativo bursátil). Además es necesario realizar un esfuerzo de vertebración nacional. Es decir, equilibrar y coordinar los incentivos que aporta el Estado y las ayudas de Administraciones regionales a la I+D+i.

No es válido el argumento de que Europa tampoco ha avanzado tanto en los últimos tiempos. Ni la UE va a cumplir con el compromiso de Lisboa de invertir el 3% de su PIB en I+D para el próximo año, ni España con el Programa Ingenio 2010, que marca el objetivo del 2%. Más bien, deberíamos plantearnos cómo competir con aquellas economías que más aprietan el acelerador.

Al margen de los números, hay que ser optimistas. Algo se debe de estar haciendo bien cuando nuestros científicos son codiciados en otros países, o cuando asistimos a una explosión sin precedentes en el surgimiento de pequeñas empresas innovadoras. Al final, se está perdiendo una oportunidad para que los Presupuestos estimulen una auténtica cultura de la innovación, que cale en las empresas y en el entramado de un país que ha presumido de ser una de las ocho grandes economías del planeta.

José María Zabala. Director general de Zabala Innovation Consulting

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