Los principios ideológicos frente a la eficacia
No conozco proyecto de Presupuestos que haya generado tanto debate y confrontación. En parte, es explicable porque tampoco la situación económica en la que nos encontramos es habitual. El PIB está casi cayendo un 4% y la tasa de paro acercándose al 20% merced a la masiva destrucción de empleo. Las cuentas públicas, con un déficit próximo al 10% del PIB tras haber registrado un superávit el año anterior y un futuro económico en el que no se vislumbra cuál puede ser el motor que impulse el crecimiento configuran una realidad difícil de abordar.
Frente a la misma, que requiere diagnósticos compartidos y grandes consensos, la política, o mejor dicho, los políticos estamos, en general, ofreciendo un espectáculo lamentable. El Gobierno se cierra en banda afirmando que el proyecto de Presupuestos es el que necesita la economía española. Para elaborarlo, en lugar de buscar apoyos, se ha enfrentado a agentes económicos, políticos y sociales y se ha dedicado a lanzar globos sonda continuamente, configurando un espectáculo lamentable de ministros, vicepresidentes y del propio presidente Zapatero.
La política tributaria, elemento clave del proyecto, se ha ido concretando en los medios de comunicación en lugar de debatirlo en la Cámara. Hemos oído al Gobierno cosas tan dispares como que "la crisis la tienen que pagar los ricos", "las rentas del trabajo no se van a ver gravadas" y que "la subida del IVA no va a afectar al consumo". Aseveraciones que cabe fácilmente ponerlas en evidencia y demostrar su falta de rigor.
Obsesionados por la marca de izquierdas, el PSOE ha pasado de decir que bajar impuestos es de izquierdas a decir que subirlos también lo es, e incluso se ha permitido el lujo de suprimir el impuesto sobre el patrimonio.
El PP, por su parte, continúa con un discurso de la época de Reagan en que todo se soluciona bajando los impuestos -y cuanto más mejor- y es evidente que el sector público es para ellos un lastre.
Cada uno, el PSOE y el PP, han procurado mantener -de boquilla al menos- con firmeza sus posiciones ideológicas, cuando no es el momento de atrincherarse cada uno en sus posiciones.
Seguramente, una política presupuestaria idónea debería incluir elementos del discurso de la izquierda y de la derecha, pero se ha optado por la defensa de los principios ideológicos a ultranza frente a la eficacia. La política debe servir para arreglar los problemas y no ser utilizada como arma arrojadiza. Y el principal responsable de este desaguisado ha sido el propio presidente del Gobierno, que ha mantenido, a mi juicio, una actitud frívola e irresponsable, actuando como Juan Palomo, sin contar con nadie (incluidos sus ministros y su grupo parlamentario).
En este lodazal, nuestro grupo parlamentario ha tratado de poner algo de sentido común, pero efectivamente somos pocos y no tenemos muchos altavoces. Hemos tratado de compartir el diagnóstico de la situación. Hemos dicho que junto a las políticas cortoplacistas tendentes a relanzar la economía, es necesario implementar otras más a largo plazo (como por ejemplo el fomento de las infraestructuras de I+D+i) que garanticen el futuro económico y que eviten repetir una situación como la actual. Hemos intentado abrir un necesario e imprescindible debate sobre la reforma del gasto público.
También hemos apelado a la responsabilidad que el momento requiere y nos hemos sentado con el Gobierno para explorar caminos de colaboración, a pesar de ser conscientes de que el señor Zapatero no se lo merece. Lo hemos intentado hacer por el conjunto de los ciudadanos y para contribuir a consolidar una economía vasca moderna y de futuro.
Pero somos lo que somos y nuestra responsabilidad llega hasta donde llega. Tengo serias dudas de que podamos recomponer la situación y trabajar en serio antes de la aprobación definitiva de los Presupuestos para el año que viene. No está sólo en nuestras manos.
Pedro Azpiazu Uriarte. Portavoz económico del Grupo Vasco EAJ-PNV en el Congreso de los Diputados.