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Tribuna
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España en positivo ante el reforzado G-20

Finalizada la reunión del G-20 en Pittsburgh, España tiene un doble reto de indudable trascendencia e importancia. Primero, clarificar su situación en este grupo de cara a las sucesivas reuniones en Canadá (junio, 2010), Corea del Sur (noviembre, 2010) y las siguientes, pues el G-20 se ha constituido como el foro principal para la cooperación económica internacional, acordando mantener reuniones anuales a partir del 2011, siendo la primera en Francia. Segundo, debe hacer valer su verdadero peso en la economía mundial de cara al propio G-20, pero también, ante la reforma acordada del Fondo Monetario Internacional (2011), donde se encuentra subvalorada al contar con una representación equivalente al 1,6% cuando realmente supone el 2,1% del PIB mundial (2008).

España, superada la crisis, no solo debe retomar sus posiciones anteriores en la economía internacional, sino que debe avanzar en el nuevo tablero del ajedrez económico mundial, donde mantiene la mayor calificación crediticia de las agencias (AAA), aún cuando los informes económicos internacionales recogen sus retrocesos por los impactos negativos que esta produciendo la crisis en cuanto al deterioro macroeconómico y en el mercado laboral. Sin embargo, mantiene sus posiciones que fluctúan entre la "octava economía mundial" alcanzada cuando superó a Canadá en el año 1992; la novena durante 2006-2007 y la décima en 2008. Coincidiendo con el importante papel desarrollado como inversor internacional, alcanzando en 1999 el sexto puesto mundial, en el período 2002-2006 el quinto lugar y durante 2005-2007, el séptimo.

España, como consecuencia de este intenso período inversor, ha pasado de no tener empresas multinacionales a liderar sectores estratégicos como banca y finanzas, construcción y concesiones viales, transporte e infraestructuras, energía y telecomunicaciones. En consecuencia, las empresas españolas ocupan lugares privilegiados en los rankings internacionales como es el caso del elaborado por Forbes 2000 (2008), donde aparecen en lugares destacados: Santander (9), Telefónica (31), BBVA (40), Repsol YPF (101).

España, en el inmediato escenario global, tendrá entre otros rivales a los países emergentes, especialmente los llamados BRIC, que como nuevos tractores de la economía multipolar, reclaman un papel importante en la nueva geografía económica, destacando China como tercera economía del planeta. Este conjunto de países, suman el 49% del PIB mundial y el 17% de la IED (2008), por lo cual, han ganado protagonismo en el G-20 y mayor peso en la reforma del FMI, que les transferirá un 5% en la cuota de representación. A su vez, las empresas de los países BRIC, ganan también posiciones y en el ranking de Fortune Global 500 (2009), cuentan con 58 empresas: Brasil (6), Rusia (8), India (7) y China sube a 37.

España, como señal de eficiencia contaba con 11 empresas en este mismo ranking y se situaba en puestos relevantes: Santander (58), Telefónica (76), Repsol YPF (92), BBVA (134), Endesa (258), ACS (270), Cepsa (313), Iberdrola (339), Ferrovial (424), FCC (440) y Mapfre (463). Afortunadamente, en el Fortune Global 500 (2009), las posiciones a pesar de la crisis, varían favorablemente, contabilizando 12 empresas en puestos aún más destacados: Santander (35), Telefónica (66), Repsol YPF (76), BBVA (113), Iberdrola (208), ACS (241), Cepsa (246), Mapfre (394), Acciona (443), Ferrovial (447), FCC (451), Gas Natural (464).

Enlazando con los dos retos señalados al principio, podemos obtener al menos dos conclusiones, que nos ofrecen una guía de gran valor para afrontarlos con el debido éxito y merecimiento para España. Primero, la indudable importancia de las multinacionales, que consolidan y expanden su liderazgo por medio de sus inversiones extranjeras directas, que por sí mismas nos ofrecen una idea de la enorme trascendencia, profundidad y rapidez del cambio empresarial producido en España. Segunda, el grado de apertura e internacionalización de la economía española, que la sitúa entre las economías más abiertas del mundo con una apertura en torno al 58,2% del PIB, contando con casi 40.000 empresas exportadoras (2008).

Es evidente pues, que estos cambios significan un claro y manifiesto exponente de la "renovación en su conjunto de la economía española y sus empresas", que han pasado de tener pocos puntos de referencia para compararse internacionalmente, a contar con múltiples y competitivos puntos para medirse abierta y exitosamente con la economía mundial. Por estas razones y otras, más allá de las estrictamente económicas y empresariales, España debe "negociar" con la fuerza y seguridad de un país que en un breve período de tiempo histórico, ha sabido utilizar con destreza y eficiencia sus recursos, oportunidades y capacidades para situarse entre la octava y décima potencia del mundo.

Ramón Casilda Béjar. Asesor internacional de empresas. Profesor de dirección internacional de empresas. Instituto de Estudios Latinoamericanos (Ielat). Universidad de Alcalá

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