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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Solución definitiva para el carbón

El Ministerio de Industria y las eléctricas analizan hoy vías para reducir las montañas de carbón nacional que se amontonan por falta de uso. Endesa y Unión Fenosa decidieron este verano cerrar las puertas de sus centrales de Compostilla y La Robla, ambas en León, a los camiones de las minas asturianas y leonesas. Rompieron así su compromiso legal de adquirir seis millones de toneladas al año, alegando que esas térmicas llevan meses paradas como consecuencia del fuerte descenso de la demanda eléctrica y de la pérdida de competitividad del carbón nacional frente al internacional o al gas, cuyos precios se han derrumbado con la recesión mundial. El resultado es que la generación eléctrica con carbón se ha reducido desde enero un 19%, que se suma a otro 36% del pasado año.

Ante la desesperación de las mineras, que no dan salida a su producción, Industria ha propuesto una solución atípica: que estas centrales arranquen con el único fin de quemar las reservas de carbón acumuladas. Y el kilovatio se pagará a un precio distinto al de mercado, y claramente compensado. Las eléctricas ya han mostrado su oposición, pues consideran que si se saca esta energía del pool, afectará al precio del resto de energías y como consecuencia perderían 2.000 millones de euros.

El carbón arrastra desde años un conflicto que no ha encontrado solución por sus implicaciones económicas y sociales. Comarcas leonesas, asturianas o turolenses viven casi en exclusiva del mineral, y reciben 1.500 millones aportados al año por los Presupuestos del Estado. Pero estas dificultades no puede servir de excusa. La obligación de los Gobiernos es resolver los problemas, no vadearlos. Es cierto que el carbón tiene un componente estratégico, dada la dependencia energética del exterior que exige que se potencien las energías autóctonas: el carbón, pero también las renovables. Sin embargo, debe imperar el sentido común. Respecto a las renovables, consumirán este año 5.000 millones en primas y, sobre el carbón, ha quedado patente que el modelo no es el adecuado. Hay que encontrar fórmulas para resolver este conflicto puntual que se vive desde verano, pero el Ejecutivo no puede cerrar los ojos confiando en que cuando la demanda eléctrica repunte, las centrales volverán a quemar el caro carbón español.

Se impone pues, una solución definitiva, basada en equilibrios razonables que exigirán compromisos y sacrificios a todas las partes involucradas. Y esto incluye tanto a las eléctricas, como al sector del carbón, que deberá acelerar su cura de adelgazamiento. Además, unos y otros deben seguir invirtiendo para hacer del carbón una energía más limpia y eficiente. Lo inaceptable es que nuevamente se cojan atajos que lastren las cuentas públicas y los bolsillos de los consumidores.

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