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Tribuna
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Espejismos económicos

La senda de incremento de la tasa de activos dudosos continuará hasta bien entrado 2010. Los datos de mayo y junio con respecto al paro reflejan una estacionalidad típica del sector servicios donde se genera empleo fundamentalmente por el turismo. Actualmente, estas cifras incluyen las actuaciones por parte del Gobierno de poner aceras, farolas, rotondas y palmeras donde nunca las habíamos visto antes lo que ha ayudado a contener el crecimiento del paro un par de meses.

Las actuaciones de las entidades financieras con respecto a sus carteras inmobiliarias reflejan el gran esfuerzo realizado, creando sociedades de inversión (y gestión) inmobiliarias, vendiendo pisos de segunda residencia a empleados, alquilando a los propietarios su propia vivienda, y fundamentalmente sacando del balance (aunque con pérdidas) parte de esas carteras, incidiendo positivamente en la tasa de morosidad. Esto es un espejismo, un wishful thinking de que las cosas van mejor, pero desgraciadamente no es así.

La tasa de desempleo continuará ascendiendo, las prestaciones desaparecerán por mucho que se alarguen, y nos encontraremos con un número absoluto de parados en España cercano a los 5 millones de personas, lo que equivale a una tasa de paro del 25% de la población activa (presumiblemente). Esto es sin duda una catástrofe social más que económica. Por supuesto, todos somos conocedores de la existencia de una economía sumergida que en realidad hace que esa tasa de paro sea significativamente menor en términos reales.

Nuestro futuro inmediato, a tres meses vista, es acabar el año con una tasa de morosidad para el conjunto de entidades financieras en torno al 6% y con unos activos dudosos de alrededor de 100.000 millones de euros. Los tipos de interés son el único aliado del sector ya que las hipotecas y préstamos han bajado notablemente a la luz de un euríbor que experimenta mínimos históricos día a día, permitiendo a las familias llegar a final de mes o incluso pagar deudas atrasadas, lo que sin duda alivia la tasa de morosidad con incrementos más moderados.

Para las instituciones financieras se va acercando la posibilidad de vender carteras morosas a inversores profesionales, ya que los tipos de interés inciden directamente en el precio de compra o venta de estas carteras. El inversor tiene un menor coste de financiación y por tanto puede permitirse pagar más por una cartera; los vendedores están analizando fórmulas de venta con rentabilidades compartidas con el comprador para minimizar riesgos y, por supuesto, aumentar rentabilidad.

En cualquier caso, las entidades financieras tienen que gestionar la morosidad. Hasta ahora, todas las actuaciones han sido fundamentalmente las del sector del ladrillo, las cuales en términos nominales y número requerían de actuaciones inmediatas. Pero las carteras de morosidad se van almacenando en las entidades financieras y se va a producir un efecto enorme de cobro y recobro en los próximos años debido a la avalancha de carteras morosas en el sector a través de entidades especializadas en la gestión del cobro.

Michael A. Siska. Director general de Horwarth Spain

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