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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estímulos monetarios y fiscales al PIB

El debate sobre la conveniencia de mantener o retirar los estímulos a la actividad económica ha comenzado en todo el mundo, justo cuando han empezado también a aparecer las primeras señales consolidadas de recuperación económica. Pero la conclusión no puede ser la misma para cada economía, ni siquiera para cada zona monetaria, porque es precisamente tras las crisis profundas cuando aparecen los mayores desajustes temporales y de intensidad en el crecimiento. Sin necesidad de mirar más allá de la zona euro, mientras organismos internacionales advierten de la buena reacción de Alemania, alertan de la longevidad de la recesión en España. En paralelo, mientras que la doctrina germánica comienza a pedir que se dosifiquen y retiren los estímulos monetarios, no habría peor noticia para la economía española ahora que un endurecimiento de la política monetaria, una subida de tipos de interés.

Si durante años el BCE practicó una política monetaria excesivamente expansiva y alegre para España, con tipos reales negativos que cebaron la inversión y estimularon los actuales niveles de deuda de los agentes privados, ahora España necesita que se mantengan los tipos nominales muy bajos para no dañar la demanda, bastante atenazada ya por la expectativas pesimistas de la ciudadanía, que se mantendrán al menos mientras persista la destrucción de empleo. Y tal cosa ocurrirá, como poco, un par de trimestres adicionales a los que se registre descenso del PIB.

Por tanto, con la dificultad que ello conlleva si Alemania crece, los tipos de interés deben seguir siendo bajos. Sin embargo, los Gobiernos, como siempre ha demandado el BCE, disponen de muchos instrumentos de política económica para compensar como convenga las decisiones monetarias y neutralizar el efecto perverso de una política de tipos única, asimétrica, no discriminatoria. El instrumento más fácil es el fiscal. Pero el arrebato tocado por Bruselas para que los socios del euro recuperen el rigor fiscal ha provocado que todos recojan la red de la expansión tributaria, con subidas súbitas y abultadas de todos los impuestos.

Pero sería más efectiva la liberalización de los mercados para abaratar costes productivos, expandir la oferta y desatascar la actividad. Si no ahora, sí cuando el ajuste haya culminado y el sistema financiero recobre plenamente su delicada salud. Ayer el FMI alertaba precisamente de la pesada carga que sobre la economía echan las crisis financieras. Pero recordaba también la necesidad de que las políticas monetarias estén guiadas no sólo por el objetivo de inflación, sino por la vigilancia de los precios de todos los activos y de la evolución del apalancamiento de los agentes, así como por la fiscalización, hasta ahora sólo practicada en España o Canadá, de la solvencia de la banca.

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