Lloyds busca nuevas vías
El grupo bancario Lloyds ha salido finalmente y ha hablado. La entidad británica está estudiando cómo deshacerse de un acuerdo por el que los contribuyentes británicos aseguran sus pérdidas a cambio de ceder el control al Estado.
Hasta Lloyds está preocupado, "todas las posibilidades permanecen abiertas" para crear una red de seguridad alternativa que reemplace la protección del Gobierno en los activos problemáticos, que suman 290.000 millones de euros. Pero tiene aún que ganarse a los mercados, al Tesoro británico, al regulador del mercado (FSA, Financial Services Authority) o al gestor de fondos de la participación del 43% del Gobierno.
Los contribuyentes deberían estar encantados de que Lloyds pueda aumentar suficiente capital de forma privada, no sólo para proteger al banco de una quiebra, sino también para mantener los préstamos a los consumidores y a los negocios. De igual modo, los inversores institucionales y los gestores deberían estar contentos de eludir el control estatal.
La exuberancia del mercado está mejorando las oportunidades. Bajo el plan de aseguramiento del Gobierno, el ratio de core Tier 1 de Lloyds sería el 12% gracias a una sustancial reducción en los activos lastrados por el riesgo. Los números pueden ser colosales, pero un aumento de capital en la horquilla de 16.600-22.100 millones de euros, la venta de los activos más fuertes y la conversión de las acciones preferentes existentes podrían potencialmente crear un colchón similar.
Cuando los mercados y las previsiones económicas mejoren, también la distancia entre lo que puede ser conseguido privadamente y lo que se requiere para satisfacer a la FSA debería estrecharse más. Esto deja tres dificultades. Primera, el desfase entre lo que es factible y lo que es necesario puede no cerrarse completamente. Segundo, la ventana de oportunidades para explotar los mercados o vender activos podría cerrarse de golpe. Finalmente, los políticos podrían estorbar.
A pesar de lo beneficioso que es para Lloyds la entrada de dinero privado, la cancelación del plan público podría suponer un bochorno político. El fracaso del acuerdo provisional de marzo ha evitado que Lloyds haya sido nacionalizado y sus accionistas barridos del mapa. Pero ahora, quizá algunos en el Gobierno serán reacios a permitirles actuar.
Una solución privada es claramente preferible, pero potencialmente demasiado ambiciosa dada la barrera establecida por el regulador. Todas las opciones para conseguirlo deberían ser agotadas aún. Sin embargo está lejana la posibilidad de un éxito total.
Por C. Hughes