Llega a España el "arma secreta" de Obama
Cuesta unos 3.000 dólares, es el compañero inseparable del presidente Barack Obama en sus intervenciones públicas y, después de que Esperanza Aguirre lo usara esta semana en la Asamblea de Madrid, amenaza con irrumpir con fuerza en la política española.
El teleprompter, unas pantallas que permiten al orador leer su discurso sin necesidad de papeles ni atril, empezó a utilizarse como lo conocemos hoy hace más de una década en Estados Unidos, pero en España no se han empleado en actos públicos hasta hace poco menos de dos años.
Esperanza Aguirre fue la primera en llevar estas pantallas a mítines de su partido con motivo de las elecciones autonómicas de 2007 y lo ha seguido haciendo en los mítines de sucesivas campañas electorales.
Pero ha sido esta semana, con motivo de su discurso en el debate sobre el estado de la región, en la Asamblea de Madrid, cuando la dirigente del PP se ha convertido en pionera en su uso en un acto institucional.
En el PSOE, el único dirigente que lo ha usado en mítines, de manera esporádica, es el presidente catalán, José Montilla. No obstante, en Ferraz no renuncian a su uso y se muestran "interesados" en él.
"Es una tecnología que nos interesa porque da frescura al discurso y permite al orador no estar atado al papel", señalan desde el PSOE.
Desde Génova confirman que ni su presidente, Mariano Rajoy, ni el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, lo usan en sus mítines, aunque el primero si emplea un aparato similar para grabar mensajes de campaña.
"Al final se unirán todos", asegura Eduardo García Matilla, director general de Corporación Multimedia, empresa especializada en nuevas tecnologías de la comunicación.
García Matilla cree que esta herramienta se extenderá con facilidad entre los políticos españoles porque su uso se ha simplificado mucho y porque todos se suman tarde o temprano a la "modernidad", como ocurrió con la escenografía de los mítines.
De Kennedy a Obama
Todo empezó, recuerda el profesor de Comunicación Política del Centro Universitario Villanueva Felipe Santos, en los años cincuenta cuando un actor retirado inventó un sistema para ayudar a los presentadores de televisión a "memorizar" lo que tenían que decir a cámara.
"Luego este sistema, que empezó siendo un papel enrollado, como si fuera un papiro antiguo, se tecnificó" y fue usado por primera vez en política por John F. Kennedy en sus discursos a la nación, recuerda Santos.
Tras Kennedy, y ya antes de Barack Obama, quien lo emplea en todos sus discursos, incluido el de su toma de posesión, lo usaban otros presidentes americanos como George Bush o Bill Clinton.
Un regalo para Chirac
Este último eligió precisamente un teleprompter como regalo en 1996 para su colega francés, Jacques Chirac, con motivo de su visita a Washington y tras el impacto que tuvo su uso por parte de Clinton dos años antes cuando se dirigió a la Asamblea Nacional francesa.
A España han tardado más tiempo en llegar a actos públicos pero amenazan con quedarse y extenderse en todo mitin que se precie.
Y es que, según indica el director de Mas Consulting, Daniel Urueña, cuya empresa forma a portavoces políticos, es una herramienta "muy útil" que si se usa bien puede dar más "credibilidad" y "naturalidad" porque permite al orador centrarse en la comunicación no verbal como los gestos, la voz o la sonrisa.
Oradores sin papeles
Para Urueña, uno de los grandes errores de los políticos españoles es no preparar sus intervenciones. "Una de las peores cosas que puede hacer un político -dice- es leer un discurso".
En esto coincide con García Matilla, para quien los políticos españoles sólo debería leer las partes más técnicas porque "no tiene sentido" que en un debate en el Congreso se lea la intervención inicial y también la réplica.
Felipe Santos echa de menos también más oradores sin papeles y rememora las intervenciones en la Cámara Baja del diputado canario Juan Carlos Mauricio, "un prodigio de orden retórico y declamación verbal".
Ventajas y riesgos
El uso del teleprompter no significa olvidarse de la preparación, es más, para dominarlo se requiere cierta preparación, sobre todo para mirar a una pantalla y otra (situadas a derecha e izquierda unos pasos por delante orador) y dar sensación de estar dirigiéndose al auditorio, explica García Matilla.
En la empresa de Daniel Urueña ya imparten cursos para el uso de esta herramienta, a políticos pero también a profesionales de otros ámbitos, sobre todo el empresarial.
"Hay gente a la que cuesta más", pero otros se sienten más cómodos porque no tienen que preocuparse por el texto, explica antes de concluir que un requisito imprescindible es una buena coordinación para que el texto que va pasando en la pantalla y el orador se sincronicen adecuadamente.
El riesgo, si esto no es así, son algunas "lagunas" al quedarse sin texto que seguir, y si no que se lo digan a Obama, quien durante la campaña presidencial americana tuvo que lidiar con alguna mala pasada del telepromter.
En todo caso, los tres expertos coinciden en que aunque es bueno utilizar todas las herramientas al alcance para mejorar la comunicación política "lo fundamental por encima de todo es el mensaje y las ideas".