Eurócratas en bicicleta
En una ciudad tan dominada por el coche como Bruselas, las instituciones europeas están intentado convencer a sus miles de funcionarios que se desplacen a pie, en bicicleta o en transporte público, hasta el lugar de trabajo.
Y la campaña, que se inició tímidamente hace una década, parece que va dando resultado. Los datos publicados por la Comisión Europea esta semana indican que entre 1998 y 2008 el porcentaje de eurócratas que van en coche de casa al trabajo ha caído desde el 50% al 29%. Y el de usuarios del transporte público ha pasado del 32% al 50%. En ambos datos, la Comisión ha mejorado ya los objetivos que se había macado para este año (35% en el primero y 45% en el segundo).
El uso de la bici también aumenta, aunque de manera más lenta y, junto a los caminantes, alcanza el 18%. Aún así, la estampa de eurócratas ciclistas resulta cada vez más habitual en el barrio europeo de Bruselas, a pesar del elevado índice de precipitaciones de la ciudad, de sus traicioneros repechos y, sobre todo, de la ausencia de un carril protegido para bicicletas.
La bicifobia bruselense, sin embargo, parece que va camino de erradicarse. La ciudad (a través de JCDecaux) cuenta desde el 16 de mayo con un servicio público de bicicletas, accesible a locales y forasteros (con tarjeta de crédito) que permite trayectos cortos por 1,5 euros al día o más barato aún con abonos de larga duración. En torno a la rotonda de Schuman, centro neurálgico del barrio europeo, hay al menos media docena de estaciones que parecen registrar un evidente éxito.
Foto: Barrio europeo en Bruselas (B. dM., 17-9-09).