No aprender nada
Tanto se ha escrito acerca de la crisis, de sus causas, de sus responsables, de sus implicaciones, que me he perdido. Al final no sé si era culpa mía o del empedrado, hasta que me he encontrado con esta frase de Ricard Fornesa, quien fuera presidente de La Caixa, en una entrevista reciente: "El mayor riesgo es que superemos esta crisis en falso, sin aprender nada".
No aprender nada. Podría suceder que con tanta información acabemos por perdernos en el análisis, atravesemos el desierto y a otra cosa mariposa. He echado de menos una respuesta social más severa, más exigente. Pero eso no es lo peor. No aprender nada. Eso sí sería peligroso.
Estar abierto a aprender es una actitud estimulada por el deseo y la ambición de mejorar. Con los conceptos tan manidos de crisis y oportunidad el escenario actual debería ser ideal para el aprendizaje. El problema es que no lo sabemos, y lo peor, es que no sabemos que no lo sabemos.
Tal vez deberíamos aprender a aprender, y aprender a desaprender. Y más trascendente aún, aprender que no aprendemos. Tomar conciencia de nuestra ignorancia. Saber que construimos y opinamos con porciones minúsculas de la realidad y fracciones infinitesimales del conocimiento. Eso podríamos aprender de la crisis.
Aprender a aprender es de una importancia estratégica en la actual sociedad del conocimiento. Estamos desbordados de información y de fuentes de conocimiento. Hace falta saber cómo organizar esta información, discernir lo que es fidedigno de lo que no, saber aplicar ese ¡Error! Referencia de hipervínculo no válida y despertar un espíritu crítico e inconformista.
Cualquier información no vale, y la autocomplacencia respecto de cualquier conocimiento es otra forma de ignorancia, y muy peligrosa: creemos que sabemos.
Los directivos tienen la misión de preparar a la empresa para el futuro, la responsabilidad de crear las condiciones para que sus equipos lo hagan posible, y deben tener la claridad de que el mundo es más aleatorio de lo que suponemos y que el futuro es impredecible. Las crisis son una buena muestra. Por ello, la mejor forma de abordarlo es desde la formación, el autoconocimiento y una actitud de aprendizaje permanente. Y debemos empezar por la conciencia de nuestra ignorancia, la disposición libre a desaprender, un saludable escepticismo, espíritu crítico, firmeza con los valores y una ética del comportamiento observable en las empresas y organizaciones. Los directivos, o son una referencia o poco hay que hacer.
Interesémonos en lo que ignoramos que es mucho más que lo que sabemos. La actitud hacia el aprendizaje se entrena y despertar la conciencia de nuestra ignorancia es un buen punto de partida. O eso, o no aprender nada.
François Pérez Ayrault. Director comercial de Infova