Refrescos contra la sed japonesa
Siempre hay alguna burbuja inflándose en algún sitio. Ese sitio parece ser el mercado de refrescos en este momento. La intensidad del interés de los compradores japoneses ha generado una oportunidad para que las firmas de capital riesgo Blackstone y Lion Capital vendan Orangina, la marca francesa de zumos, posiblemente por la cantidad que las firmas estadounidenses pagaron por ella, 2.600 millones de dólares.
Orangina podrá ser un gran nombre, pero no es exactamente un gran activo. La publicidad extravagante ha ayudado a arraigar en los franceses cierta simpatía por la forma singular de sus botellas pero, por lo general, los consumidores de otros lugares se resisten a los encantos de la bebida de naranja. Hay algún otro activo, pero no mucho más crecimiento en total. Por ello Pernod Ricard la vendió a la británica Cadbury Schweppes en 2001, que a su vez lo vendió a sus actuales propietarios.
Se trata de un activo arquetípico del capital riesgo: un buen montón de dinero para colocar y muy pocos sitios para invertirlo. Las compañías citadas no son sus custodios naturales.
Sin embargo, crecer lentamente es mejor que no crecer. Suntory, que ha presentado la mejor oferta, se enfrenta a una población en declive en el mercado cervecero interno de Japón. La debilidad de la perspectiva doméstica también explica la disposición de las cerveceras japonesas a pagar precios excesivos por compañías extranjeras de refrescos de crecimiento lento. Asaha pagó más de 800 millones de dólares por el negocio de refrescos de Cadbury en Australia a principios de año, mientras que Suntory pagó 1.300 millones de dólares para comprarle a la francesa Danone la fabricante de bebidas energéticas de Auckland Frucorp en 2008.
Como en la época de expansión de las empresas japonesas de los ochenta, los accionistas no parecen preocupados por pagar en exceso. Es concebible que una repentina reactivación del mercado de fusiones y adquisiciones atrajera a los compradores occidentales como PepsiCo.
Las condiciones para la salida de Orangina son inmejorables. La operación dará aire fresco a Blackstone y Lion, que ya han repartido un dividendo de 400 millones de euros. El negocio de refrescos aún conserva la dulzura.
C. Hughes