Blankfein se repite a sí mismo
Cualquiera que esperara que Lloyd Blankfein hiciera público un nostra culpa por todas las crisis financieras en la historia económica moderna se habrá visto defraudado. En una conferencia bancaria en Fráncfort, ayer, el jefe de Goldman Sachs sólo reiteró, en su mayor parte, un puñado de lecciones básicas del más reciente crash. No obstante, al venir inmediatamente después de la cumbre del G-20 del pasado fin de semana, su discurso no debería ser ignorado.
No hay nada de información reciente en su declaración de que los instrumentos financieros crecieron demasiado complejos y demasiado rápido. De hecho, dado el papel central en el colapso de los relativamente nuevos productos, en realidad está planteando lo obvio. Y apoyar el uso de cámaras de compensación y de intercambio centrales para los derivados estandarizados es de cajón cuando está ya en proceso.
Mientras tanto, que Blankflein asuma la remuneración puede parecer sólido -pagar más a los empleados en acciones, diferir remuneraciones, recompensar el trabajo en equipo más que el logro personal y penalizar los bonus garantizados plurianuales-. Pero como él mismo señaló, Goldman dejó su posición clara en este asunto hace casi seis meses.
Pero la repetición puede servir para algo. Esto parece especialmente cierto en algunos de sus otros comentarios. Para empezar, observó que marcar correctamente los activos al mercado en una base diaria en realidad ayuda a la gestión de riesgos -un duro argumento que viene de una firma que es una de las pocas que ha evitado lo peor de la crisis, y que ha rechazado a los que quieren diluir las reglas del mark-to-market-.
También advirtió que sólo con crear nuevos poderes para los reguladores no se recortará eso: ellos también tienen que tener los recursos adecuados -de personas y de información- para preguntar las cuestiones correctamente y actuar en las respuestas. Y durante todo su discurso, bien directamente o indirectamente, también recordó a su audiencia que asumir riesgos está en el corazón no sólo de la banca de inversión sino también del capitalismo económico.
Por supuesto, hay un elemento de autoservicio aquí, como sucede habitualmente cuando un ejecutivo de Wall Street habla públicamente -Blankfein no mencionó el recorte del pago a los banqueros, por ejemplo-. Pero exhortar a los legisladores de gatillo fácil a que no aplasten completamente a los mercados -y a hacer cualquier nueva regulación efectiva, no sólo peinándola- conlleva una llamada sensata.
Antony Currie