Cittaslow, orgullosos reductos para la calidad de vida
El "movimiento lento" constituyó su asociación española este año para dar a conocer una apuesta por una forma distinta de vida urbana.
Estrés, atascos, contaminación, aglomeraciones... Ninguna de las pequeñas -o grandes- plagas que vuelven con septiembre a la vida urbana tiene cabida en las seis localidades que fundaron este año la Asociación de Cittaslow, o ciudades lentas, española. "No es una marca turística, no se trata de una cuestión de imagen. Se trata de un compromiso por parte de los ayuntamientos asociados de que priorizamos la calidad de vida de nuestros ciudadanos a largo plazo, por encima de cualquier otro factor", explica el presidente de la red y alcalde de Begur, Joan Català.
Junto a esta localidad gerundense, la vecina Pals, las vizcaínas Lekeitio y Mungía, la alicantina Bigastro y la turolense Rubielos de Mora son las ciudades "oficialmente lentas" que conforman por el momento la asociación. Otras diez de distintas comunidades están "bajo seria consideración" tras presentar su candidatura, según Català, aunque prefiere no dar los nombres hasta que los técnicos verifiquen los rigurosos requisitos exigidos para su admisión. Admite que han tenido peticiones "que no querían más que obtener una marca que blanqueara ante los ciudadanos las políticas masificadoras realizadas".
Las condiciones para formar parte la red incluyen un total de 50 medidas de muy distintos ámbitos. Entre las obligatorias, pueden citarse por ejemplo la recogida selectiva de residuos, la reducción de los niveles de contaminación del aire, luminosa y sonora, la existencia de carriles bici, la certificación de calidad de las manufacturas artesanales o acciones para la conservación de las manifestaciones culturales locales.
También dan puntos, aunque no sean cumplimiento imprescindible, hechos como disponer de acceso a fibra óptica en toda la localidad, impulsar medidas para favorecer al pequeño comercio, facilitar los servicios municipales a través de internet o regular los vallados publicitarios para que no resulten visualmente agresivos. "No se trata de no desarrollarse o de dar la espalda a la tecnología, sino de aprovecharla para un crecimiento sostenible", apunta Català.
Más allá de esas normas, o de las limitaciones de tamaño, existe también un espíritu común: el de impulsar una forma de vida distinta. En palabras de Joan Català, "defender una filosofía que desmonta el actual sistema de acelerones y prisas, con la convicción de que tanto estrés no vale la pena". En su propia localidad, el alcalde destaca por ejemplo la costumbre de sus ciudadanos de ir a buscar setas al bosque "no en fin de semana, sino en algún hueco de un día normal, dando un paseo por los bosques cercanos "
Un "jardín de salud" mediterráneo
A priori, la asociación no tiene grandes proyectos en común, sino más bien el deseo de crear un sello de calidad que concite un creciente interés, y de compartir las experiencias a partir de los proyectos de cada localidad. En Begur, por ejemplo, proyectan crear un "jardín de salud", un espacio para el cultivo de plantas medicinales que posteriormente se comercializarían "con un estricto cumplimiento de la tradición mediterránea en este campo".
El movimiento Cittaslow nació como una evolución del slow food, concepto creado por el gastrónomo italiano Carlo Petrini a finales de los 80 para defender una forma de alimentación más sana y reposada, en oposición al imperante fast food. De ahí han derivado también pequeños grupos que defienden conceptos como los de los "viajes lentos" o la "lectura lenta". Entre los compromisos de las ciudades lentas se incluyen numerosas acciones en favor de una alimentación más equilibrada, respetando el origen del movimiento.
En la actualidad, la red internacional Cittaslow cuenta con 80 de localidades de menos de 50.000 habitantes pertenecientes a 16 países, destacando sobre todo su implantación en Italia, con 40 ciudades. Gran Bretaña, con siete localidades aceptadas, es el único país que supera también la red española.