El cruce de caminos del grupo Sos
Después de la tormenta llega la calma. O al revés. Ya sin el apellido Cuétara, el grupo Sos reinicia esta semana su actividad, aunque las aguas aún no han vuelto por completo a su cauce. La rebautizada Corporación Alimentaria Sos comienza la semana con un consejo de administración donde, en teoría, sólo tiene que dar luz verde a los resultados de los seis primeros meses de 2009.
Pero para Sos éste no es un ejercicio corriente. Como el resto de compañías -especialmente las relacionadas con el consumo-, el grupo está padeciendo los efectos de la crisis, sin olvidar el traslado del consumo de productos de alimentación a las enseñas de distribución. Y en una empresa que basa su estrategia en la diferenciación de sus marcas, el recorte en la cesta de la compra pasa factura.
Sin embargo, tal y como ocurrió en el primer trimestre los resultados estarán marcados por el efecto de unos derivados financieros que entre enero y marzo provocaron unos números rojos de 25,8 millones de euros. Sos ya reconoció entonces que hasta que no se ejecutaran estos derivados (ligados a la cotización de varias compañías) sus cuentas serían víctimas de la volatilidad. Es de esperar que el rebote de la Bolsa dé algún respiro, más aún cuando su reestructurado consejo de administración encargó un informe para mitigar su impacto en las cuentas.
Pero los resultados trimestrales no serán el único tema sobre la mesa del consejo. La compañía encargó hace meses a Credit Suisse la elaboración de un plan de reestructuración financiera que le permita salir de la situación en la quedó tras la polémica gestión de los Salazar. Y una de las medidas que ha analizado el banco de inversión es la entrada de nuevos socios. Han llegado ofertas, que han pasado por la lupa de Credit Suisse. Y ahora deberá ser el consejo de administración el que dé o no su visto bueno. Pero el accionariado de Sos ya está muy fragmentado. Caja Madrid controla el 10,5% y con esa participación se ha convertido en el accionista de referencia. Los Salazar han caído en el ostracismo pese a que la CNMV aún les reconoce su control sobre el 25% del capital. En los últimos meses, muchas entidades financieras han ido ejecutando acciones de Jesús y Jaime Salazar y la caja de ahorros madrileña podría pensarse mucho dar el sí a un nuevo socio que entorpezca su gestión. No en vano, el nuevo presidente de Sos es un hombre fuerte de Caja Madrid, Mariano Pérez Claver.
Si entrase un nuevo accionista, Sos podría evitar realizar la ampliación de capital de 200 millones que anunció en mayo para tapar el hueco dejado en sus cuentas por los autocréditos de los Salazar. Una ampliación cuyos detalles y características siguen en el aire. Pero Credit Suisse tiene más trabajo por hacer. El banco tiene que finalizar la tarea de reestructurar la deuda de Sos. Hace un año -cuando el terremoto en su cúpula directiva era algo impensable- adquirió Bertolli, un gigante aceitero que conllevó una deuda de 994 millones de los que aún debe pagar más de 600. Los últimos resultados del grupo no han cumplido los requisitos marcados por los bancos acreedores para la concesión del crédito, por lo que las condiciones son hoy aún más exigentes.
Otra de las vías abiertas para hallar liquidez son las desiversiones. El grupo quiere desprenderse de todas aquellas divisiones que no aportan caja y visibilidad, por ejemplo, el negocio de salsas. Su intención es quedarse, exclusivamente, con el aceite y el arroz, los únicos productos que le permiten tener presencia internacional y en los que puede apoyarse para seguir creciendo. Una vez llegue el momento de crecer.
Pero la normalidad no llegará al seno de la compañía hasta que no se cierre el frente de los Salazar. Y ése puede tardar años. La Audiencia Nacional aceptó a trámite la demanda por apropiación indebida, estafa y manipulación del mercado bursátil. Según el informe realizado por KPMG para Sos, los Salazar desviaron 204 millones a su sociedad Condor Plus, pero sólo destinaron 69 a la compra de acciones del grupo. Sin embargo, habían asegurado al consejo de administración que estos fondos se iban a invertir en la compra de títulos para realizar una enrevesada operación corporativa con un fondo árabe. Sin olvidar que esos fondos quedaron atrapados en una telaraña de préstamos y pignoraciones que tejieron los Salazar apoyándose en los títulos que, finalmente, han ido a parar a sus acreedores.
Con este panorama, la nueva dirección de Sos debe decidir qué camino tomar y cómo dirigir al grupo hacia la senda de la normalidad que perdió hace meses.