Negociaciones para el otoño
José Luis Rodríguez Zapatero anunció el viernes que la agenda política del Gobierno para otoño estará marcada por la negociación, tanto con la oposición como con los agentes sociales. Es un buen principio. A la primera le ofrecerá dos grandes pactos: el primero pretende acordar una reforma educativa y el segundo establecer la política energética para los próximos lustros. La entidad de las materias permite calificar los pactos como de Estado y, si finalmente se alcanzan acuerdos, los ciudadanos se sentirían profundamente satisfechos. Sin embargo, la experiencia dicta que está por ver la voluntad de Gobierno y oposición para aceptar sin apriorismos las posiciones de la otra parte.
La negociación con los agentes sociales es más decepcionante. El Gobierno pretende reunirse con patronal y sindicatos para negociar -o tal vez nada más que para informarles- de la nueva Ley de Economía Sostenible. Pero rechaza cualquier conato de reforma laboral. El presidente recalcó el viernes muy claro que no está en los planes del Ejecutivo rebajar los costes del despido ni recortar los derechos de los trabajadores. Es preocupante que reincida en el error de equiparar una reforma laboral con estos dos únicos puntos. La visión corta es la peor receta en un asunto de tanto calado para todos los ciudadanos.