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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tanto en la riqueza como en la pobreza

Las comunidades autónomas gastaron el año pasado 6.000 millones de euros que, simplemente, no tenían, según explicó ayer en el Congreso la vicepresidenta segunda del Gobierno, Elena Salgado. El sistema de financiación establece que las Administraciones autonómicas reciban anticipos de la central a cuenta de los ingresos que les corresponden por su participación porcentual en los tributos nacionales -el IRPF y el IVA-. Esos adelantos se han realizado en función de los ingresos tributarios presupuestados y no sobre los realmente recaudados. Pero la crisis hizo que en 2008 los ingresos quedarán lejos de las previsiones de los Presupuestos de ese año. Resultado, según Salgado: 6.000 millones de desfase.

Sería increíble si algún Gobierno regional alega sorpresa por la diferencia. La ejecución presupuestaria viene mostrando, mes a mes, la caída de los ingresos en las arcas del Estado. Sin embargo, todas las autonomías han incurrido en unos número rojos que suman una nada desdeñable cantidad. Esa es la razón por la que ya en 2008 deberían haber tomado medidas de austeridad y recorte del gasto para minimizar al máximo tal déficit. Y continuar con esa sana política este año, en que los ingresos tributarios están experimentando una caída aún más pronunciada.

Tal vez los Gobiernos regionales confiaban en que la Agencia Tributaria no reclamaría el exceso de anticipos, y más cuando la recaudación proveniente de los tributos transferidos a las autonomías se ha desplomado. Pero, ni debe ser ni será así. Como mucho, Salgado anunció ayer facilidades de pago. Dijo que abrirá la mano y permitirá devolver esa deuda en cuatro años. Además, con los 11.000 millones adicionales que aporta el nuevo modelo de financiación, las Administraciones regionales tendrán un importante respiro financiero el próximo año.

Pero hasta este balón de oxígeno puede generar también cierta preocupación. Las Haciendas autonómicas están obligadas a ser copartícipes en el combate contra la crisis y practicar austeridad en el gasto. No es de recibo que pretendan mantener presupuestos similares a los de los años de bonanza. La austeridad, explicada inteligentemente, no tiene por qué significar desgaste político.

Salgado reiteró ayer que su departamento tiene abiertas todas las opciones respecto a la política tributaria, con la reactivación económica como prioridad. Es el enfoque adecuado para acometer la revisión del sistema tributario, cuyo rediseño se verá obligado al equilibrio entre la sequía de la recaudación y, a la vez, importantes planes de inversión y nuevas ayudas sociales. En este escenario, no es aceptable que las comunidades se crean con patente de corso para endeudarse y exigir que la Administración central afronte sus necesidades financieras. Esto es como en los matrimonios, hay que compartir la riqueza, pero también la pobreza.

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