La cruzada antitrust británica
Los reguladores han tenido que sentarse y ver cómo los Gobiernos alardeaban durante la crisis de reglamentos antitrust. Mario Monti, antiguo comisario europeo de competición, lamentó recientemente que la regulación sobre competición es vista hoy en día como "un lujo prohibitivo en tiempos de crisis". Pero a medida que las cosas van volviendo a la normalidad, los perros guardianes van mostrando poco a poco que aún pueden morder.
El regulador británico puede inhabilitar a un director sólo si la persona está directamente involucrada en una violación de la regulación de cárteles. Su propuesta es ahora que pueda imponer tal pena a directores que "tendrían que haber sabido de una infracción pero no lo hicieron".
La amenaza de 15 años de inhabilitación debería disuadir a los altos ejecutivos de irse de la lengua con sus colegas. Y centrarse en las personas evitaría además infligir demasiado daño a las empresas.
Los tipos de penas impuestas en el pasado pueden haber causado más daños que beneficios en la actual situación económica. La multa de 122 millones de libras que tuvo que pagar British Airways en 2007 sería hoy una pesada carga para una compañía que ha tomado medidas de emergencia para fortalecer su balance.
Pero a mayor dureza de penas, más percepción en el extranjero de que Londres no se toma el tema a la ligera. Con el nombramiento del nuevo comisario de competencia ya a la vista, el regulador británico tiene buenas razones para mostrar su dureza.
Por Nicholas Paisner