Spanair, los 365 días que transformaron la aerolínea
Accidente, ERE y nuevos propietarios marcan un año de cambios.
Esta semana se cumple un año del accidente aéreo del aeropuerto de Barajas (Madrid) en el que murieron 154 personas después de que el vuelo JF3022 de Spanair, con destino a Gran Canaria, se estrellara en el despegue. La tragedia fue el momento más difícil en un 2008 que responsables de la compañía, como el director de Recursos Humanos, Héctor Sandoval, no dudaron en calificar como "el año más duro" de la historia de la empresa.
Spanair afronta nuevos y viejos retos pero en una situación distinta a la de agosto de 2008. El accidente de Barajas sacudió a una aerolínea inmersa en un profundo proceso de reorganización impulsado por SAS, su entonces propietaria. El grupo escandinavo presentó un ERE en su filial española para recortar su plantilla en 1.193 trabajadores (un 30% del total) e impulsó medidas de ajuste que incluían reducir de siete a dos sus bases y dejar en tierra una quincena de aviones. El objetivo, conseguir unos ahorros cercanos a los 90 millones de euros que paliaran el déficit crónico que acompañaba a la compañía.
Cambio de rumbo
Los conflictos laborales y la sombra de un nuevo ajuste vuelven a planear sobre la compañía
Este paso puso fin a la carrera iniciada en 2006 para ocupar, a cualquier precio, el hueco que estaba dejando Iberia en el mercado doméstico, justo cuando el exceso de oferta de vuelos nacionales comenzaba a tirar de los precios a la baja. Fue también el colofón a los intentos de SAS, durante un año, por vender la compañía tras la salida del grupo Marsans y que no fructificaron pese a las negociaciones con Iberia, Gadair o Longstock.
El ajuste se cerró a finales de 2008 con sólo 436 rescisiones de contratos y un recorte del 30% en los vuelos. La empresa logró los ahorros previstos pero no pudo evitar cerrar el ejercicio con unas pérdidas de explotación de 150 millones de euros, muy superiores a las esperadas. Según las estimaciones de la compañía, el accidente de Barajas le costó 51,6 millones de euros, después de que el número de pasajeros cayera un 25,4% el mes siguiente al siniestro.
El cambio definitivo se produjo el 31 de marzo cuando, tras varios meses de contactos, inversores catalanes (empresarios e instituciones públicas) se hicieron con el control de Spanair tras comprar el 80,1% del capital por un euro. Con Ferrán Soriano como presidente y Michael Balint Szücs como director general, el grupo quiere aprovechar el potencial de su presencia en la nueva T-1 de El Prat para relanzar el negocio.
La nueva era ha traído un nuevo logotipo, nueva sede en Barcelona, el anuncio de la entrada de cinco socios inversores y el objetivo de alcanzar la rentabilidad en dos años y llevar el valor de la compañía a los 500 millones en los próximos tres a cinco años. Planes ambiciosos para una aerolínea que ha perdido un 31% de sus viajeros en lo que va de año, sobre la que vuelve a planear la sombra de un ERE, y que tiene abierto un conflicto laboral por los traslados a Barcelona. Hoy se reunirán la dirección de Spanair y los trabajadores en la Dirección General de Trabajo. En caso de que no se alcance un acuerdo, los trabajadores de Palma ampliarían a toda la semana la huelga que mantienen los lunes y los viernes desde el 7 de agosto.
El informe sobre la tragedia de Barajas se conocerá esta semana
La Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (Ciaiac) tiene previsto, según Efe, hacer público su informe provisional sobre el accidente del avión de Spanair del 20 de agosto del año pasado esta semana, cuando se cumple el aniversario del trágico siniestro que costó la vida a 154 personas.Fuentes próximas a la investigación avanzaron que en este informe se mantiene que no se registró ninguna alarma de configuración errónea en las operaciones de despegue, por lo que el documento no arrojaría demasiadas novedades con respecto al primero publicado el 8 de octubre del año pasado, reafirmando, en principio, el contenido del mismo.